No llegaban a 300 los afortunados que ayer encontraron refugio, en una desapacible noche, en la calidez de la voz de Luz Casal. La nueva sede de la Fundación Caixa Galicia en A Coruña, el edificio-ola de Nicholas Grimshaw que rompe la verticalidad de los Cantones, inauguró su programación musical con una actuación de la cantante gallega que, con el único acompañamiento de un piano, emocionó a los aficionados allí congregados. Un repertorio que paseó por clásicos de su discografía, que la cantante definió como «pequeños éxitos, grandes éxitos e incluso alguna canción que muchos no conocerán», aunque con alguna ausencia de temas roqueros. «Hay canciones que se resienten en formato acústico, que necesitan de una banda detrás para sonar con fuerza. Pero otras, sin embargo, ganan enormemente», aseguraba la artista momentos antes del recital. Y, en efecto, Piensa en mí o Negra sombra ganan así, al desnudo, en emotividad, en proximidad y en intensidad. La característica voz de Luz Casal -una marca de agua en sus canciones que imposibilita su falsificación- sonó más cercana y acogedora de lo habitual. En recitales de aforo pequeño como el de ayer la cantante se siente cómoda y se crece: «Ver a la gente de manera completa, poder definirla, distinguir si son hombres o mujeres, calcular su edad... genera una enorme proximidad con el público». Algo que, según reconoció, también es mérito de quien ocupa las butacas: «Esto les impone cierto respeto, los convierte, en cierto modo, en protagonistas, por lo que suelen distraerse menos». Dado el reducido aforo del auditorio, la directora de la Fundación, Teresa Porto, anunció la posibilidad de que haya un nuevo recital en una fecha próxima, también gratuito, para dar la oportunidad de ver en directo a Luz Casal a todos los que se quedaron sin localidades. Una propuesta aplaudida por la artista, que manifestó estar muy ilusionada por «pisar, aunque sea por 24 horas, una tierra que últimamente, con tanto viaje», tiene «muy poco pisada».