
El artista Miquel Barceló aporta sensualidad oriental a la escenografía de la ópera Al frente de la orquesta se pondrá el joven director alemán Christoph Köning
05 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.El Teatro Real culmina su homenaje al genio de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) en su 250 aniversario programando ocho funciones del El rapto en el serrallo , un ópera inédita en el coliseo madrileño. Llega a partir del próximo lunes en una producción de Jérôme Deschamps y Macha Makeïeff para el festival de Aix en Provence y con fondos escenográficos de Miquel Barceló -nuevo también en la plaza- que acentúan la sensualidad oriental del montaje. Es el segundo trabajo operístico del pintor mallorquín, que había diseñado en 1990 los figurines y decorados de un Retablo de Maese Pedro que se vio en la ópera de París. Barceló ha diseñado una decena de telones para esta producción, en la que también debutan el joven director alemán Christoph Köning, batuta invitada de la Filarmónica de Canarias desde hace tres años, y el equipo escenográfico. En el reparto también hay otros debutantes en el Real, como la italiana Dersirée Rancatore (Konstanze), que cantará junto a Shahrokh Moskkin-Graham (El pachá Selim), Ruth Rosique (Blonde), Eric Cutler (Belmomte), Wolfgang Ablinger-Sperrahacke (Pedrillo) y Eric Halfvarson, que debuta en su papel de Osmin. Destacaba el director artístico del Real, Antonio Moral, como este Rapto supone «un estreno absoluto en la historia del Real». Estrenada en 1728, llegó a España por primera vez dos siglos después, en 1928, año en el que se vio en el Liceo de Barcelona. Se había representado una veintena de veces en Madrid, siempre en el teatro de la Zarzuela. Ligereza estética Es una partitura que conoce al dedillo el director alemán Christoph Köning, quien a pesar de su juventud la ha dirigido un buen puñado de veces. «En esta ocasión estoy especialmente satisfecho con la concepción escénica, que ha tenido en cuenta la ligereza estética que yo creo que está en la esencia de la partitura», se felicitaba Köning, destacando su «gran profundidad humana y su enorme ligereza musical». Fue concebida como un singspiel , expresión alemana que se refiere a una ópera popular de carácter más ligero con recitativos hablados y arias menos dificultosas que las de el gran repertorio. Fue una pieza de encargo para Mozart en la que se recrean los amores de dos jóvenes nobles y que discurre en un ambiente exótico muy en boga en la época, en la que los teatros se dejaban seducir por las denominadas turquerías , y de inspiración oriental.