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10 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.LA NAVIDAD empieza cuando el calvo de la lotería aparece vestido de negro por las calles cubiertas de nieve. La primavera llega sin margen de error cuando quiere El Corte Inglés. Y el verano se presenta fiel a su cita cada año con la llegada del Gran Prix del eterno Ramón García en TVE. Querido lector; cancele de inmediato el alquiler del apartamento en Benidorm o el crucero por los Cañones del Sil. No gaste en bañadores y olvídese de la sangría porque este año no hay verano. Lo que oye. Según fuentes bien informadas después de once veranos acudiendo fiel a su cita, este año no cenaremos viendo cómo la vaquilla cornea a los de Rodrigatos de la Obispalía para regocijo de los de Tomelloso del Infante. Sería cinismo en estado puro lamentarme ante tan sonada ausencia, pues el concurso de marras me ha parecido siempre insoportable. Todavía no alcanzo a entender el continuo éxito que verano tras verano cosechaba este espacio. Quiero pensar en el respaldo del público infantil, porque me sigue costando aceptar que a los más talluditos les haga gracia esta guardería televisada. La renuncia de TVE a emitir el Gran Prix conlleva también que el simpático Ramón se queda este año sin verano de Rodríguez. Sin embargo no debe preocuparse en exceso, pues si algo vuela en esta vida es el tiempo y en nada llegan las campanadas, las uvas y una capa almidonada con la que guarecerse de la fría noche de San Silvestre. El refranero español es sabio y quizá me tenga que tragar mis palabras al recordar aquello de que «detrás de mí vendrá, quien bueno me hará». Es posible y hasta probable, pero como este año no hay verano, me las tragaré más a gusto con un caldo de nabizas.