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16 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.ÚLTIMAMENTE oigo con mucha frecuencia la palabra reina. Incluso parafraseando al rey Juan Carlos, que según cuentan, llamó al desconsolado matador de toros, José Ortega Cano, y le dio el pésame por la pérdida de la reina de la canción. Comentario, que -por supuesto- doy por cierto, pues lo cuenta alguien de la familia de la difunta artista. El torero se ha ganado el titulo de viudo de España. Viéndolo con ese rictus de tristeza, esos ojos caídos, y guardando un silencio respetuoso, todavía demuestra más, si cabe, lo buena persona que es. No deja de chocar esa imagen de un matador de toros convertido en viudo de España, cuando la estampa habitual es que sea la artista quien sobreviva al torero. Reinas en el mundo de la televisión son actualmente dos. Han alcanzado la corona y la mantienen. Lo dicen los muchos miles de espectadores que las siguen cada día. La reina de las mañanas es Ana Rosa Quintana. Indiscutible, grandiosa y merecedora del trono que generosamente comparte con su corte. Hay gente que no está a la altura en su programa, y a pesar de eso, la reina de las mañanas no se resiente. Es como si no oyera los gritos.... Y la reina de las tardes es Patricia Gaztañaga. Magnifica, resuelta, y natural. Lidera su franja horaria simplemente porque es la mejor. Tal es así, que en Antena 3 llevan varias semanas buscando sustituta para dos meses de verano y no acaban de solucionarlo. Aunque el desenlace ya puede estar cerca, con Mónica, que no es reina, pero se parece a una princesa, y eso ya es algo.