ESTOY hecho un lío. Parece ser que Carmen Martínez-Bordiú recibe 48.000 euros cada vez que participa en el programa ¡Mira quién baila! (TVE 1). Casi ocho millones de pesetas a la semana. Y digo que no sé qué pensar ante algo que sólo es un rumor -de momento nadie ha confirmado o desmentido la cifra-, porque mi opinión oscila al ritmo de los chachachá que Carmen baila sobre el escenario: A veces doy tres pasos hacia la izquierda y le doy la razón a Izquierda Unida, cuando se pregunta si esta mujer es «un referente social propio de una cadena con objetivos sociales y educativos». Pero inmediatamente doy el paso a la derecha y entiendo a la directora general de RTVE, Carmen Caffarel, que asegura desconocer cuánto cobra Martínez-Bordiú y que argumenta que «no va a vetar a nadie». El hecho de ser la nietísima de Franco, ¿debe impedir su participación? Nadie ha protestado por la presencia en el mismo espacio de la modelo Antonia Dell'Atte, por ejemplo. Vuelvo a girar y recuerdo que un expediente de regulación de empleo afecta a los trabajadores de nuestra endeudadísima televisión pública; quizá éste no sea el momento para sueldos de ese nivel. Completo de nuevo el movimiento y creo que la productora del programa está en su derecho, si los resultados económicos y de audiencia la avalan -y lo están haciendo también esta temporada-, de contratar a quien quiera para un programa que sólo persigue el objetivo del entretenimiento. TVE paga un fijo a Gestmusic a cambio de unos objetivos y se desentiende de cómo se distribuye ese dinero.