Felipe Benítez Reyes: «La condición esencial del ser humano es el estupor»
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Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960) reivindica la ironía y el humor en la literatura, porque «la solemnidad envejece muy pronto y muy mal». Ayer celebraba en Barcelona su último premio, el Nadal de este año, con Mercado de espejismos, una parodia de las novelas esotéricas donde el autor, a través de dos personajes que han dedicado casi toda su vida al robo de obras de arte, reflexiona sobre un mundo en que «necesitamos fingir y aparentar lo que no somos», porque «la vida es para los seres humanos un tanteo y no un método». «Para mí el Nadal es un acontecimiento muy importante. Qué duda cabe. He escrito esta novela con muchas ganas e ilusión. En la novela hablo, entre otras cosas, de los Reyes Magos; mi segundo apellido es Reyes. Una coincidencia interesante. El Premio Nadal tiene mucho prestigio, entre otras cosas gracias a los últimos escritores que lo han ido ganando», concede el autor. Habla de su obra galardonada como una parodia de las novelas sobre temas esotéricos, y algo más. Porque «una parodia por sí sola no se sostiene y tiende a trivializar. Así, Cervantes, que es capaz de parodiar las novelas de caballería, lo hace estupendamente, pero hace algo más. A mí me interesaba partir de la parodia, pero para crear una historia interesante, de intensidad humana y emocional verdadera». También parece Mercado de espejismos una metáfora del mundo en que vivimos, donde lo aparente no es lo real y todos aparentamos lo que no somos. «Por eso utilizo este título en mi novela -dice el autor-, porque vivimos en un mundo que es un mercado de espejismos. Los dos principales personajes de la novela se mueven en un ámbito un poco irreal, de negociantes de arte y organizadores de robos de obras de arte. Estos personajes tienen que llevar también una vida normal. Son personajes que a la vez que intentan integrarse en la sociedad, se separan más». Para Benítez Reyes, «la condición esencial del ser humano en realidad es el estupor». Y añade: «Creo que vivimos sin entendernos demasiado bien a nosotros mismos y sin entender demasiado bien lo que nos ocurre, y sin comprender demasiado bien a los demás. La vida es para los seres humanos un tanteo y no un método». Mercado de espejismos no tiene vínculos con sus otras obras. «Cuando un escritor se acoge a sus propios patrones para escribir, acaba estancándose. Me gusta demorarme en los personajes secundarios. Dickens, por ejemplo, si aparecía un cartero, no lo resolvía diciendo llegó el cartero, sino que te enterabas de su vida», explica.