Crónica | Una editorial ourensana, Linteo, publicará inéditos del Nobel El poeta Juan Ramón Jiménez le llamaba a estos textos sus «borradores silvestres» y no los editó en vida por estar dedicados a algunas de sus amantes
15 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.Enamoradizo, dicen algunos estudiosos. Otros son más directos y le llaman carnal. La verdad la sabremos cuando la editorial Linteo publique este año los versos eróticos de Juan Ramón Jiménez. La imagen de este artista universal es muy distinta de la que podrían desvelar estos textos. Siempre ha estado el premio Nobel de Literatura del año 56 por encima del bien y del mal: poeta en su torre de marfil, lejos del mundanal ruido. Pero, antes de que Zenobia Camprubí apareciese en su día para convertirse en la mujer de toda una vida, Juan Ramón Jiménez tuvo sus episodios amorosos, que recogió en poemas. El profesor y poeta José Antonio Expósito explicaba hace poco que el texto, Libros del amor , que publicará la editorial, mostrará a un Juan Ramón desconocido: «Dará mucho que hablar por lo extraño que es hasta ahora, porque sin abandonar su profundo lirismo y trascendencia, Juan Ramón plasma aquí un erotismo y una sexualidad muy explícitas que eran incluso extrañas para la época y para la lírica española». Juan Ramón Jiménez escribió este libro entre 1910 y 1911, con poemas que corresponden a sus 20 y 30 años. El poeta lo iba a publicar en 1913, después de que viese la luz Laberinto . Pero la irrupción en su vida de Zenobia le hizo mudar el propósito. En Laberinto ya había hecho alguna confesión de amores pasados que no le gustó a su nueva mujer. Juan Ramón, temeroso, cogió los textos y los escondió en un cajón tras bautizarlos como sus «borradores silvestres». Y es que el autor de Platero y yo tuvo relaciones con Louisa Grimm, casada con el señor Muriedas y descendiente de los hermanos Grimm. No fue la única mujer casada que pasó por su cama. Juan Ramón Jiménez, cuando estuvo enfermo en Burdeos, tuvo un lío con la mujer de su psiquiatra, el doctor Lalainne, amorío que, decía, le hizo sufrir por traicionar al doctor que le cuidaba. Pero este don Juan lírico que aparece ante nuestros ojos también tuvo conocimiento carnal de una cocinera del hospital en el que estuvo ingresado, Francine, y hasta lo relacionan con una monja.