La autora compostelana novela aspectos glamurosos de la vida de la célebre diseñadora francesa, así como su trayectoria y sus excentricidades a lo largo de casi todo el siglo XX
17 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.La particular interpretación del carácter de una mujer que fue el gran icono de la moda del siglo XX y cuyo mito persiste como Coco Chanel es el tema de la última novela de Cristina Sánchez-Andrade (Santiago, 1968), Coco, publicada por RBA y que la autora vino a promocionar a su ciudad esta semana. En esta novela la autora cambia de registro con respecto a las tres anteriores, traducidas a varios idiomas: Las lagartijas huelen a hierba, Bueyes y rosas dormían y Ya no pisa la tierra tu rey. -Me fascinó descubrir algunos detalles de su vida hojeando un anuario en el que daban cuenta de su muerte, en 1971. Me llamó mucho la atención que muriera absolutamente sola en una suite del Ritz de París, donde vivía, cuando fue una mujer que abrió brecha en el mundo femenino. Así que decidí investigar y descubrir más cosas de un personaje del que todo el mundo oyó hablar, pero del que se desconocen muchas cosas, como sus orígenes humildes y sus difíciles comienzos. Me interesaba entender al personaje, su rebeldía, por un lado, y por otro el glamur del que vivió rodeada. -¿Cuánto hay de ficción sobre un personaje real que es un mito? -Digamos que la ficción está en las situaciones de su vida en las que cabe intuir o imaginar cómo debió ser. Planteo, por ejemplo, que se suicidó, cuando no fue así, porque tenía 88 años y murió de vieja. Los personajes que aparecen son reales, artistas con los que Coco mantuvo alguna relación, como Picasso, Cocteau o Stravinski. Parto del momento de su muerte, tratando de explicar desde mi punto de vista cómo era alguien que estaba tan sola que llegó a contratar a dos personas para que jugaran a las cartas en su suite. -¿Diría que pagó caro el éxito y la fama? -Coco Chanel pagó el precio de la soledad por el éxito y la fama. No sólo fue excéntrica, sino que trataba mal a la gente que la rodeaba. Era una trabajadora infatigable, eso sí, y se hizo a sí misma. Tenía un talento y un mérito increíbles, y su visión de los cambios sociales fue prodigiosa, porque cuando acabó la Primera Guerra Mundial vio claro que las mujeres necesitan un estilo de ropa más dinámico, de acuerdo con la libertad que empezaban a adquirir, libre de corsés. Pero, en todo caso, el talento, la fama y el dinero no justifican una vida como la suya. -¿En un mundo tan competitivo como el de la moda, Coco sería hoy igual? -Creo que repetiría los mismos esquemas en los aspectos vitales. Supo aprovechar siempre la coyuntura, cualquier resquicio, para innovar y marcar tendencias. Su declive empezó después de la Segunda Guerra Mundial, y en los años setenta fracasó porque la moda había cambiado. -¿Cómo explica la continuidad de la marca? -No entro en esa cuestión, porque la novela acaba con su muerte. Herederos directos no tenía, y siempre jugó a tener a cierta gente a su lado a la que hizo creer que serían sus herederos. Creó una fundación antes de morir a la que fue a parar su fortuna. -¿No teme confundir al lector con la ficción del libro? -Existe ese riesgo, desde luego, pero esto es una novela. No se presenta como biografía, no hay engaño en eso. -Es muy distinta a sus novelas anteriores. -Sí, es un cambio con la línea de mis anteriores novelas. Y de trabajo, porque tuve que documentarme mucho. Es un tipo de literatura que tiene sus riesgos, porque es ficción a partir de la realidad y de hechos contrastables. Me parece interesante ahondar en aspectos vitales de personajes relevantes de los que sabemos poco a nivel humano. Tengo otro tema en mente, pero prefiero no adelantar nada por ahora. -¿Ve puntos en común entre Coco y la Bella Otero? Sí, muchos, y me hubiera gustado escribir de ella, pero ya lo hizo Carmen Posadas.