Está empeñada desde hace meses en ser la number one, la bufona preferida de su director en Sálvame y también de todo el orbe catódico.
20 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Bufón también es alguien que hace tonterías para divertir al personal. Se singularizan en la Frikilandia catódica junto a otros faranduleros a los que les ríen las gracias una audiencia desganada y fácil de conformar. Actualmente asistimos al reinado de Jorge Javier Vázquez I y de la princesa del pueblo Belén Esteban que tiene en su singular corte a Karmele Marchante, empeñada desde hace meses en ser la number one, la bufona preferida de su director en Sálvame y también de todo el orbe catódico, más allá de las fronteras de Tele 5, que se frota las manos soñando con la audiencia que ahora les reportará la reciente tongo-boda de la señora Marchante con un tal Diego, ex de otra tal Isabel Prieto Rivera, que mira tú por dónde se confidencia con Mila Ximénez, a la que ignoraba servidor de ustedes hasta que tocó ocuparse de la voz de Soy un tsunami, aquella marcianada con la que Karmele pretendía colarse en Eurovisión como Pop Star Queen. Lo que nos perdimos por la cabezonería de TVE...
Mira que no montaron el pollo en Sálvame por tamaño agravio. Conste que la actual deriva de la periodista catalana, 66 tacos, con un rostro mimado por el bisturí hasta darle un aspecto idóneo para lucir todo tipo de accesorios y atuendos, no siempre fue así. Iba para profesional seria hasta que en los ochenta comenzó su coqueteo con la crónica rosa para pintarla a preocupante marrón en sus siete años (1997-2004) en aquella infernal Tómbola de Telemadrid, la del «¡Que te calles, Karmele!» espetado por Jesús Mariñas, otro que tal baila. Ahora la tenemos enfangada en la boda de marras y su bochornosa periferia. Y así, hasta que los avispados guionistas de Frikilandia la recambien.