No es que hiciera un frío de pelar, que también, y no salieran al balcón para enfriarse. Es que no cabían. Marta Fernández (Madrid, 1973) comió por primera vez las uvas en la tele, con Sara Carbonero y Pilar Rubio. Apagado el piloto rojo, brindaron por el nuevo año con Jorge Fernández y Sandra Daviú, su competencia en Antena 3. Les sacaron siete puntos y quedaron segundas en la noche más difícil del año, pero muy alejadas de la pareja de La Primera formada por Anne Igartiburu y José Mota. A punto de ponerse al frente de Las mañanas de Cuatro (a partir del 10 de enero a las 12.30 horas), la ya ex presentadora de los informativos de Telecinco saborea la resaca de fin de año.
-¿Se acabó la alegría al ver las audiencias? Hicieron cinco puntos menos que Belén Esteban y TVE ganó claramente.
-El dato está muy bien. Belén Esteban y Jorge Javier son compañeros, no competencia, y fueron una pareja fantástica que marcó un hito en las campanadas. Había mucha expectación.
-Pues para expectación la que han despertado ustedes tres.
-Yo creo que el año pasado fue mayor.
-¿Qué tal congenia con Sara Carbonero y Pilar Rubio?
-Nos complementamos bien, aunque habíamos ensayado el día anterior desde las seis de la tarde. La gente dice que parecemos tres amigas de risas y era un poco eso. Podríamos ir de cañas juntas y lo pasaríamos bien. Pero cada una tiene su papel.
-¿Qué piensa del cierre de CNN +?
-Lo he vivido con muchísima tristeza. Yo empecé a llorar a las ocho de la tarde, viendo la despedida de los compañeros, y no paré hasta las once y media de la noche. Es que CNN+ lo inauguré yo. Yo salí a decir: «Hola buenas tardes...». Es como si hubiera desaparecido algo de mí.
-Su lugar lo ocupa ahora el 24 horas de «Gran Hermano». ¿Eso escuece todavía más?
-Ha sido una carambola que muchos se empeñan en conectar, pero ha sido Prisa quien ha decidido cerrar CNN+.
-Regresa de Telecinco a Cuatro, donde la audiencia es la mitad.
-Por supuesto que son otras cifras, pero uno debe ser igual de profesional si le ven tres que tres millones. No hay que volverse locos con los números.