La futilidad de la vida. La levedad del ser. Todo lo que nos sustenta puede desvanecerse en un tris, como le ocurrió esta semana a Mercedes Milá. Tantos años luchando y «de repente viene uno, se tira a una piscina y te machaca». La frase es suya. La matrona de Gran hermano, que tantos especímenes ha alumbrado al mundo catódico, se lamentaba así de la indefensión en que la ha sumido la brutal guerra entre las dos grandes cadenas comerciales, una contienda que se va cobrando víctimas en ambos bandos, en mayor detrimento de una oferta televisiva ya rácana de por sí.
En un giro surrealista de esta lucha fratricida, los dos canales rivales se lanzan a inaugurar casi al unísono sendos programas de similar altura intelectual: famosos en bañador saltando de un trampolín.
El hecho de que Antena 3 golpeara dos veces por aquello de que golpeó primero con Splash sumado a la repesca de Falete puede parecer una garantía. Pero no hay que subestimar la capacidad de Telecinco para movilizar acólitos de cara al estreno de ¡Mira quién salta!. Porque en torno a las cadenas se han engendrado ejércitos de enardecidos fans que, más allá de los formatos, defienden con pasmosa devoción su apego por una u otra forma de hacer televisión. Y en eso Jesús Vázquez y su numerosa «familia» virtual no son rivales pequeños.