Dinamarca arrasa en Eurovisión

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

TELEVISIÓN

El Sueño de Morfeo quedó en penúltima posición con solo ocho puntos

19 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La marca España sufrió anoche otro varapalo en la cumbre europea de la canción melódica. El Sueño de Morfeo se echó a dormir tras acabar penúltimo en el Festival de Eurovisión y confirmar, un año más, que los españoles no dan una a la hora de elegir canción que los represente. Raquel del Rosario se armó de valor y plantó cara al karma de Remedios Amaya y de Molière haciendo lo que peor suerte les trajo a ambos sobre un escenario: cantar descalza y vestirse de amarillo (¿por qué la chica que anunció la Primitiva en el intermedio iba a juego?). Iker Jiménez ya tiene un tema de interés para el próximo programa.

Fernando Alonso le deseó suerte a su ex diciendo que la quinta posición era «zona limpia», pero El Sueño de Morfeo y la voz de Raquel derraparon en la primera curva. Por lo que sea en Europa no entendieron la canción Contigo hasta el final. Y no fue por cantar en español, que la cantante introdujo el último verso en la lengua franca y con eso de «with you until the end» ya estaba todo dicho. Así, se ahorraban, los europeos, los problemas de sintaxis y el virtuosismo poético de rimar «tú» con «tú». Es cierto que el tema tiraba a soso y queriendo ser todo -celta, balada y pop- se diluía, pero quizá sea un exceso decir que fue el peor. Solo los seis puntos de Albania y los dos de Italia la salvaron de acabar de última y de marcar un nuevo récord por la cola. Pero como no hay mal que por bien no venga, conviene pensar que TVE, es decir, los contribuyentes, se evitan tener que sufragar el festejo el año que viene.

El trono de la mejor canción europea pasó de la euforia de Loreen a las lágrimas de Dinamarca, ganadora con la épica Only Teardrops. Su intérprete es la noble, y también descalza, Emmelie De Forest, que se dice tataranieta de la Reina Victoria.

Siendo lo mismo de siempre, aquel festival de tele en blanco y negro, en algunas cosas a Eurovisión no hay quien lo reconozca. La ceremonia de anoche tenía la grandilocuencia de unos Juegos Olímpicos, con desfile de banderas incluido. Entre lámparas de diseño sueco, fuegos artificiales, vestidos con proyecciones y movimientos de cámara, la gala reivindicó que We Are One, somos uno, para chinchar a los euroescépticos.