
Gran Bretaña vibró con las parodias de los políticos de látex, entre ellos Margaret Thatcher y la reina Isabel II
03 mar 2014 . Actualizado a las 20:33 h.Con sus muñecos de látex que caricaturizaron a toda una generación de políticos británicos, como Margaret Thatcher, John Major o la reina Isabel, el programa que revolucionó la sátira moderna, Spitting Image, nació hace treinta años.
La cadena ITV emitió el primer episodio el 26 de febrero de 1984, cuando los británicos empezaron a reírse de su clase dirigente cada domingo y durante más de once años, en los que el ingenio y la originalidad de sus creadores marcaron una época. Una Margaret Thatcher (de 1979 a 1990) vestida con traje de hombre, con sus rasgos faciales pronunciados y dando órdenes de estilo militar a unos ministros siempre sumisos, fue tal vez el personaje más célebre de los realizados para este programa.
Spitting Image nació del ingenio de Peter Fluck y Roger Law, dos ilustradores más asociados a la prensa escrita, pero cuya capacidad de invención ayudó a crear unas marionetas que cautivaron la imaginación del público británico. Además de muy costosos, estos muñecos necesitaban para funcionar cinco personas. Su éxito quedó sellado, pues fueron adaptados en otros países, como Los Guiñoles españoles.
Con motivo del aniversario, el centro de conferencias Southbank, en Londres, dedicó una charla a escritores e ilustradores sobre el efecto de este programa en la vida política británica.
Spitting Image salió al aire en momentos en que Thatcher disfrutaba de una gran popularidad, pues en 1982 había salido victoriosa de la guerra de las Malvinas frente a Argentina, y su poder se afianzaba con una manera de gobernar cada vez más implacable. Fue así como el programa la caricaturizó como una tirana, que acosaba a sus ministros con continuas exigencias, fumaba puros y recelaba de todo lo francés.
Casi todos los políticos relevantes de los años en los que el Partido Conservador dominó la política del Reino Unido fueron convertidos en muñecos con movimientos, aunque la familia real británica tampoco se salvó de esta comedia satírica.
Así, la reina Isabel II aparecía con labios pintados de rojo, con tiara o corona y, a veces, con un pañuelo en la cabeza, mientras la reina madre llevaba gorro de dormir. El primer ministro John Major fue convertido en un político gris, desde el pelo hasta la piel, con una inclinación compulsiva por los guisantes que le preparaba cada día su mujer.
El programa le inventó además una amante, la atractiva diputada Virginia Bottomley, por la que el premier suspiraba.