Crónica con spoilers (ojo, cuenta lo que pasa en el episodio y hace referencias a otras temporadas y a los libros publicados) de «The gift» («El Regalo»), el séptimo capítulo de la quinta temporada de la popular serie fantástica
26 may 2015 . Actualizado a las 12:02 h.A Cersei se la han acabado los días de vino y rosas en Juego de Tronos. Han tenido que plantarse la abuela Tyrell y Meñique en Desembarco del Rey para poner orden y, sutilmente y en voz baja, bajarle los humos a la chica Lannister. Creia Cersei que aliándose con el Septón Supremo estaba todo hecho. Y ganó la primera batalla. Apuntó al inquebrantable amor entre hermanos, que ella de eso sabe un poco, y utilizó al libertino Loras para encerrar a Margaery, casada con su único hijo vivo y jovencísimo rey de los Siete Reinos, Tommen. A él lo arrestó la nueva autoridad religiosa de la corte por homosexual pervertido y a ella, por mentirosa.
El capítulo siete de la quinta temporada de Juego de Tronos, titulado The gift (El Regalo) arranca con un impotente Tommen, rabioso, deshecho en lágrimas, que no puede liberar a su adorada Margaery; con una Cersei exultante paseándose de una esquina a otra del palacio; y con una lady Odenna más que harta de la ladina leona y hastiada del imprevisible rumbo que han tomado los acontecimientos. Recuperando viejas costumbres, la anciana Tyrell se reúne con Meñique. (Recapitulando, ambos orquestaron el evenenamiento de Joffrey, que arrancó magistralmente la cuarta temporada con una de las mejores escenas que nos ha dado Juego de Tronos). Y mantiene con él una interesante conversación.
Petyr, mano ejecutora, depredador en la sombra, le ofrece a Lady Olenna lo mismo que le había ofrecido a la reina madre: un joven. A Cersei le brindó el escudero que confesó que mantenía relaciones con Loras. A la Tyrell, Lancel Lannister, primo y antiguo amante de la reina y también cómplice en el regidicio de Robert Baratheon, quien ahora profesa fanáticamente la religión de los septones. El episodio se cierra con la leona Cersei enjaulada. Donde las dan, las toman.
Las Serpientes de Arena
En Dorne, Myrcella le deja claro al que ingenuamente considera su tio -Jaime es en realidad su padre- que no está entre sus planes volver a Desembarco del Rey y que va a casarse con Trystane Martell. Mientras debaten sobre el futuro, bajo sus pies, en los calabozos de los Jardines de Agua, Bronn conversa de celda a celda con las tres Serpientes de Arena, hijas de Oberyn Martell. En uno de los momentos más magnéticos de todo el capítulo, el leal compañero del Matarreyes empieza a sentir en sus carnes al mismo tiempo el deseo carnal por una de las tres mujeres y el efecto del veneno que ella misma le inyectó al clavarle un puñal. Contra todo pronóstico, la Serpiente le facilita finalmente el antídoto para que se salve.
De bastardos va la cosa
En Invernalia la pobre Sansa lo está pasando fatal. Desde su noche de bodas, vive con auténtico pavor. Llena de moratones, le suplica ayuda a Theon que, tras hacerse el remolón durante un rato largo, recordándole que de Greyjoy ya no tiene nada y que solo responde ahora al nombre de Hediondo, accede a echarle un cable cuando ella insiste en sus apellidos. El plan es el siguiente: encender una vela en la torre más alta de Invernalia para que todos aquellos aliados que aún queden de los Stark vengan a ayudarla. Theon no tarda ni dos segundos en ir a chivarse a su amo y señor. Consigue así que el sádico de Ramsay capture a una mujer que prometió socorrer a Sansa en caso de peligro, la desolle y la cuelgue a la vista de la Stark pelirroja.
Durante un momento íntimo entre el joven matrimonio Bolton, Sansa saca todas sus armas. ¿Qué pasará cuando nazca el nuevo hermano de Ramsay si es varón? A fin de cuentas, Ramsey es solo un bastardo. Su cruel marido le recuerda que ahora el mundo es de los bastardos. Que hasta su propio hermano bastardo, Jon Snow, es ahora Lord Comandante, información que Sansa desconocía totalmente.
Sam se hace, por fin, un hombre
El chico Snow recoge sus bártulos y, junto a sus nuevos colegas salvajes, abandona el muro. Sin él pasan varias cosas: primero muere Aemon Targaryen, entre gritos, llamado a su hermano, y, después, Sam se mete en un auténtico lío, sin Jon para sacarle las castañas del fuego, cuando varios guardianes intentan agredir a Elí. A falta de Nieve, es Fantasma, su perro huargo, el que tiene que salir en defensa de ambos. La chica se lo agradece a Sam con el encuentro sexual que el joven tanto tiempo llevaba esperando.
El encuentro
En Meereen, la reina Daenerys y su apuesto compañero de alcoba Daario Naharis empiezan a concienciarse de las futuras nupcias de la chica con un miembro de la casta de la ciudad. La Khaleesi accede a acompañar a su prometido a uno de los reñideros -combates entre hombres-, a pesar de no comulgar con estas prácticas. Después de pasar un largo mal rato, se encuentra -sorpresa- con Jorah Mormont luchando en la arena. Cuando ella se da cuenta de quién es él -que, en un arranque de solidaridad con la Targaryen, se lanza a la pista para dejar inconcientes a los luchadores, sin llegar a matarlos- le dice que se marche de allí. Él le suplica. Y enconces entra en escena Tyrion, el regalo que Jorah le ha traído a la reina. Al fin. El encuentro entre el Lannister y la dragona. ¿Qué tramarán ambos ahora? ¿Qué alianzas urdirán juntos? ¿Qué nuevos Juegos de Tronos nos esperan?