Cuesta entender la muerte y cuesta verla en directo. Me refiero al vídeo que grabó la novia de Philando. 32 años, vecino de Minnesota y negro. Cuesta aunque millones de personas la hayan visto en Facebook Live y otros tantos después en televisión. Diez minutos en los que mientras se desangra al volante, su novia graba cómo el policía sigue gritando y apuntando con su arma. Ella no parece nerviosa. Y eso es lo más desgarrador del vídeo: la aparente desconexión de la realidad de su prometida, que decide retransmitir con su móvil lo que pasa.
A este lado del océano resulta extraño pero este exhibicionismo extremo se digiere mejor si escuchamos a la madre del tiroteado explicar cómo ella le había enseñado a sobrevivir a un control policial siendo negro. O si pensamos en cómo en otros tiroteos a afroamericanos los vídeos -de las cámaras de seguridad o de los peatones que pasaban por allí- fueron claves en la investigación. Frente a las versiones, el poder de la imagen. La maldad es infinita y encima las nuevas aplicaciones de vídeo nos lo recuerdan, permitiéndonos estar donde no habríamos querido ir. Aquí, a este lado del mundo, cinco chavales también decidieron usar su móvil para grabar. Esta vez fue la violación a una chica en Pamplona y este vídeo, esperemos, también será clave para la investigación.