España, última en Eurovisión 2017

C. Barbería

TELEVISIÓN

Portugal gana con «Amar Pelos Dois», interpretada por Salvador Sobral, una edición que contó con una inesperada sorpresa durante la actuación de la ganadora del año pasado: un espontáneo, con una bandera australiana atada al cuello, con el culo al aire

14 may 2017 . Actualizado a las 13:50 h.

La actuación del polémico Manel Navarro no decepcionó en la 62º edición de Eurovisión: hizo honor a sus críticos dejando a España en la última posición de un ránking que lideró con holgura, desde que comenzaron las votaciones, el portugués Salvador Sobral. Solo el respaldo del público salvó al español de no volver a casa con otro «Spain 0 points». A pesar de su colorista puesta en escena, la interpretación de su Do it for your lover rozó el ridículo. Con un escenario surfero cuya intención era contagiar el sol y la frescura de España, Manel Navarro decidió enfundarse en una camisa hawaiana y saludar con el meñique y el pulgar extendido. Su actuación, justa y muy coja de afinación, no tardó en convertirse en un clásico de los memes:

El gallo de Manel Navarro ya forma parte de los anales de Eurovisión. Y mientras la organización de Eurovisión 2017 hacía tiempo para esperar a cerrar las votaciones de los espectadores, se le coló la imagen de la noche: un australiano que seguía la gala en directo saltó al escenario y dedicó un primer plano de sus posaderas, en un calvo para la historia del certamen: 

Así fue la noche

La primera y muy desafinada actuación corrió a cargo del israelí IMRI. Le siguió Kasia, embajadora de Polonia y, a continuación, Navi Band, de Bielorrusia que, por primera en la historia del festival, cantó en su idioma. Nathan Trent defendió con solidez a Austria con Running On Air en cuarto lugar y, en quinto, tomó el micrófono Artsvik para hacer lo propio por Armenia, país que, excepto en el 2013 y el 2015, siempre estuvo en el top ten.

Holanda entonó la canción número seis: las hermanas OG3NE, ganadoras del programa La Voz en el 2014, fueron las encargadas de dar la cara por los Países Bajos. Después, Moldavia. Caras conocidas a las diez menos veinte de la noche. SunStroke Project ya se habían presentado siete años antes, en el Eurovisión que se celebró en Oslo. Esta vez, interpretaron una animada Hey Mamma, carne de discoteca, que precedió a la intervención del primer concursante del festival de etnia gitana, Joci Pápai, delegado de Hungría. 

En noveno lugar se subió al escenario uno de los grandes favoritos, el italiano Francesco Gabbani. Todo el auditorio, emocionado, coreó a voz en grito su Occidentali's Karma, que interpretó acompañado de su incondicional gorila. Cuando calló, una gran ovación hizo vibrar la sala.

Vino luego Anja Nissen, por Dinamarca, amparada por una espectacular pirotecnia. Y después, el niño bonito de la noche: el portugués Salvador Sobral con la delicada Amar Pelos Dois

Dihaj dio la cara, a continuación, por Azerbaiyán, que debutó en el 2008 en Eurovisión y ganó el festival en el 2011. Esta vez llegó a Kiev con una arriesgada propuesta vanguardista que descolocó completamente a la audiencia. Por Croacia, solo Jacques Houdek, pero parecieron muchos: su constante cambio de registro le hizo capaz de fusilar, de un segundo a otro, las voces de Melendi, Pavarotti, Mónica Naranjo y Robe, el de Extremoduro.

Salió de 14, Isaiah para defender a Australia, mientras España calentaba la voz:

Vino luego Demy, por Grecia, con This is Love, un tema eurovisivo de libro. Y, por fin, el español Manel Navarro. Y el desastre no tardó en llegar a las redes sociales.

Grab the Moment fue la apuesta de Noruega y llegó de la mano de Jowst, una suerte de Daft Punk nórdico. Le siguió Lucie Jones, por el Reino Unido, antes de Chipre, que mandó a Hovig para destrozar los oídos del público con Gravity

La apuesta de Rumanía fue de las más excéntricas de la noche: Álex Florea, un Justin Timberlake de los Cárpatos e Ilinca, que podría ser perfectamente la intérprete de la cabecera de Heidi. El Yodel It rompió todos los esquemas.

En el puesto 21 actuó la representante alemana, Levina, con Perfect Life, una canción sospechosamente muy parecida a Titanium de Sia y Guetta, y en el 22, Ucrania, anfitriona de Eurovisión. Su plaza la defendió O.Torvald. Le relevó sobre el escenario una calmada y melódica Bélgica, con Blanche entonando City Lights, otra de las favoritas para los primeros puestos. 

Robin Bengtsson apareció después para cantar por Suecia, una interesante propuesta también entre las preferidas desde el principio. Luego, Kristian Kostov, el representante más joven de esta edición, figuró por Bulgaria y, finalmente, Alma se encaramó a la plataforma para llevar a Francia hasta Kiev. Y ganó Portugal.