
Netflix estrena la segunda serie española producida por la plataforma y que introduce a tres estudiantes de clase obrera en un instituto para millonarios
05 oct 2018 . Actualizado a las 20:20 h.Existen pocos caramelos más apetitosos para el espectador de ficción que el de desgranar una trama para descubrir quién es el asesino. Élite, segunda serie de producción española de Netflix y que este viernes entra en su catálogo, aprovecha ese gancho para trazar un drama que retrata la realidad de un grupo de estudiantes de un selecto instituto privado enfrentados a un conflicto de clases sociales. Esta ficción es terreno abonado para los espectadores jóvenes de la plataforma de streaming ansiosos de hacer un maratón de capítulos que hablen su lenguaje, si bien sus creadores aspiran a llegar mucho más allá del cliché de serie sobre adolescentes bien musculados.
«Es un producto de mucha calidad, que genera adicción y animo a todos los que no son adolescentes a que la vean porque es una serie de calidad que les va a gustar y que trata al espectador de manera inteligente», aseguran sus directores, Ramón Salazar y Dani de la Orden.
Detrás de Élite están los guionistas Carlos Montero, creador de Física o química, y Darío Madrona, cocreador de Los protegidos. «No quería repetirme y por eso esta serie está planteada desde otro punto de vista. Hemos creado una ficción diferente en torno al choque de clases entre los alumnos ricos y los de clase baja», explica Montero. Las tramas exploran también cuestiones sociales como el contagio del VIH, la homosexualidad o las drogas. También plantea el conflicto del uso del hiyab por parte de una de las nuevas alumnas.
«Ese tema en concreto lo trajo Darío Madrona y a mí me daba un poco de miedo abordarlo, pero ahora estoy muy orgulloso de haberlo hecho, porque en España hay mucha población musulmana a la que le afecta este asunto», comenta Carlos Montero.
La ficción, de ocho capítulos, arranca el primer día de clase para Samuel, Nadia y Christian, tres estudiantes de clase obrera cuyo instituto público se ha derrumbado. En el reparto de los alumnos por distintos centros educativos a ellos les ha tocado lo que parece ser el premio gordo: una beca para seguir sus estudios en un centro de élite que ellos bautizan como «pijolandia». Su llegada produce un choque de clases y prejuicios mutuos que permite retratar a los personajes como arquetipos que poco a poco se diluyen con los matices.
El espectador descubre pronto en el primer episodio que la serie es, en realidad, un gran flashback compuesto por los recuerdos de los protagonistas mientras testifican ante la policía después de que se produzca un asesinato. En este esquema Élite recuerda al planteamiento de Big Little Lies, una serie a la que también evoca en su gusto por las ambientaciones elegantes y las mansiones de lujo contemporáneo. «Estábamos hartos de ver series de ricos en las que no te crees el lujo. Nosotros quisimos recrear un lujo en el que apetezca estar, con casas donde te gustaría vivir», dicen sus responsables.
Conscientes de las nuevas formas de consumo a la carta, sus creadores intentaron que la serie fuera altamente adictiva. «Buscamos que los capítulos tuvieran un gran empaque estilístico con una conclusión formal más allá del cliffhanger», explica Dani de la Orden. También aseguran que las dudas del espectador quedarán despejadas en esta primera temporada que se estrena con la resolución del crimen. «Pero creemos que aquí hay universo para rato y ojalá pueda haber más temporadas», confiesan.
La serie se estrenará este viernes en todo el mundo a través de Netflix, lo que confirma el buen momento que atraviesa la ficción española. «Después de la profunda crisis del sector del 2012, ocho años después nos encontramos en un momento de mucho trabajo», afirman los responsables de Élite, que en mitad del rodaje se encontraron con el pelotazo mundial de La casa de papel. Tres de los actores de aquella serie -María Pedraza, Miguel Herrán y Jaime Lorente- integran también este reparto.