El leonés se acerca al mundo de la tauromaquia, al que se opone, con el programa «Wild Frank: Toros»
28 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Como un ateo en una iglesia, Frank Cuesta (León, 47 años), antitaurino confeso, se adentra en un mundo desconocido y despreciable para él en Wild Frank: Toros, el programa que emite DMax. El herpetólogo reconoce haber rechazado ofertas de otras cadenas para quedarse en Discovery. Incluida una de Mediaset, y eso que «el cheque era gordo».
-¿Cómo ha sido la toma de contacto con el universo taurino?
-Es un mundo muy raro. Nos parece gente sanguinaria que está aplaudiendo el sufrimiento de un animal, y luego ves un mundo en el que se vende alcohol y la gente bebe, pero no hay peleas. Tiene su parte de lo que queramos llamarles, y luego otra muy civilizada. El abogado puede estar sentado con el fontanero, y el rey puede estar al lado de un tío que ha estado poniendo las luces esa misma mañana. Es todo muy raro, muy tradicional y muy español. Me refiero a que es algo que ha estado con nosotros siempre. Muchos de los que estamos en contra de los toros alguna vez hemos dicho cuando hemos querido ligarnos a una alemana o una sueca: «Yo soy torero».
-¿Ha tenido la sensación de que la gente aplaudía el sufrimiento del toro?
-No, no. Es una idea que exponemos muchas veces diciendo que son unos sádicos, pero ellos realmente no aplauden el sufrimiento animal. Desde fuera lo ves como una persona sanguinaria, pero realmente no es así. El toro les importa una mierda, no sufren por él, ni tienen rabia, ni lo odian. No sienten ni para bien ni para mal.
-¿Ha rebajado su nivel antitaurino para el programa?
-Para nada, y la mayoría de la gente nos ha recibido. He empezado diciendo que asesinan toros y nadie me ha pegado. Me han dicho: «Asesinar, no; los matamos». Es muy diferente para ellos. Al final, aprendes y entiendes que estabas equivocado en muchas cosas. Hay mucha mentira y leyenda falsa en este mundillo. Los que somos antitaurinos hablamos mucho de boquilla, y la verdad es que el toro entra a la plaza, se le castiga y se le mata, pero muchas veces se intentan meter cosas, para hacerlo mucho peor, que no son ciertas. Hay unos filtros que son para flipar. He visto toros que no han sacado porque tenían una pequeña cosa en un ojo. Hay que luchar contra ello, pero no con mentiras.
-¿Qué le ha sorprendido más?
-Que es gente con muchísima educación. También de la que te dan cuando eres pequeño, pero todos los ganaderos que he conocido son veterinarios o biólogos. Es gente que ha estudiado, y también muy ecologista. Yo pensaba que eran una panda de analfabetos, y los había, como en todos lados, pero era gente con sus carreras.
-¿Ha cambiado de ideas?
-No. Voy a ser antitaurino siempre, pero esta experiencia me ha hecho entender que es un negocio muy grande, que muchas familias dependen de él, y que de alguna manera hay que acabar con ello. Se podría hacer un plan, pero necesitas al menos diez años para mover todo eso. Es un negocio muy grande. ¿Qué haces con los toros? ¿Campos temáticos? ¿Quién va a un campo temático? ¿Acabamos con todos? El plan tendría que ser ejecutado por gente del mundo del toro, y gente que entienda. Un animalista no puede acabar con las corridas. El plan para cambiar todo eso y que no sea un desastre tiene que salir de otra gente. Un tío que está en el ordenador diciendo «toros no, toros no» a mí no me vale para nada.