«Sálvame» inicia la recogida de firmas para ser declarado bien de interés cultural

P. V. LA VOZ

TELEVISIÓN

Mediaset España

El programa de televisión de Telecinco, que tiene los días contados, ha iniciado los trámites para pedirle al Ministerio de Cultura este nivel de protección. Entre las razones que esgrimen: crear un nuevo diccionario de expresiones populares o la longevidad del espacio televisivo

24 may 2023 . Actualizado a las 09:20 h.

Sálvame, el programa de televisión cuyo final ya está marcado en el calendario, busca tener la misma protección que Las Meninas, la Catedral de Santiago, el flamenco o la Sagrada Familia de Barcelona. El programa, emitido todavía por Telecinco, y su productora, La Fábrica de la Tele, han iniciado los trámites para pedirle al Ministerio de Cultura español que lo declare bien de interés cultural (BIC). Y, según un abogado invitado por el propio espacio, Jorge Albertini, tiene muchas papeletas para lograrlo.

El propio letrado se lanzó a redactar, en directo, los motivos que le iban nombrando los distintos colaboradores del programa. Y no eran pocos. Desde lo puramente cultural a lo antropológico, sin olvidarse de la promoción de las artes o la creación de un vocabulario propio. «Porque lleva 14 años entreteniendo a todo un país, 3.616 programas de rigurosísimo directo», dictaba Adela González, antes de apuntar que era «el magacín vespertino más longevo de la historia de la televisión». Y Terelu Campos proseguía: «Ha creado un lenguaje propio que ha calado en la sociedad», con expresiones como «agua con misterio» (para referirse al alcohol), «hijo de hospital» (que enmascara una expresión malsonante imposible en horario protegido), «mortero o monedero» (un eufemismo para las opciones sexuales), y otras añadidas en un vídeo que emitieron a continuación, como «pulpillo» (su estrado móvil) o «chuminero» (un estilo de baile que ya es tradición entre los colaboradores, y que consideran una gran aportación cultural a la danza española).

Las razones no se acaban ahí. Consideran importante también la contribución del programa a la divulgación de la moda del país, con la Sálvame Fashion Week; a la educación en geografía española y mundial, gracias a conexiones nacionales e internacionales que van desde «Miami a Pozo Izquierdo», y no dudan en considerar esta emisión vespertina como un «sinónimo de libertad en todos los sentidos».

Ante todos los argumentos —«muchos extranjeros han aprendido a hablar español gracias a este programa», añadía en el último momento Belén Esteban—, el abogado Jorge Albertini no veía descabellada la declaración de bien de interés cultural. «¿Qué entendemos por cultura?», se preguntaba el letrado, y él mismo se respondía: «Es la demostración de la etnografía, del conocimiento popular» y añadía que «la ley nos obliga a que el bien tenga un interés antropológico, social y culturalmente, cómo no». Una serie de motivos que cree que el programa puede cumplir, como ya se hizo en México con el espacio de El Chavo del Ocho.

Recogida de firmas

Sea como sea, los trámites legales oportunos ya se han iniciado, y en la página web de la productora ya está activo un formulario para que los interesados puedan firmar la petición. Tan activo, que su página web llegó a colapsar ante el aluvión de visitas. Además, el propio abogado y un redactor del programa se han desplazado a la plaza de Felipe II, en Madrid, para recoger también firmas en persona.

Según establece la ley al respecto, la 16/1985, para formar parte del Registro General de Bienes de Interés Cultural, se puede hacer un expediente a solicitud tanto de las entidades como de particulares, y requiere de la presentación de un documento de firmas de apoyo a la solicitud ante el Ministerio de Cultura y, ya que se trata de un bien no adscrito a los servicios públicos, debe presentar también la petición a la consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, a quien le corresponde la competencia.

Su declaración como bien de interés cultural supondría que pasa a ser de dominio público y, aunque el propietario puede ser un particular, la Administración está obligada a proteger su valor artístico, histórico o espiritual.

Toda esta campaña forma parte del espectáculo que Sálvame lleva ya varias semanas alimentando, desde que Telecinco anunciase su próxima cancelación y su substitución por un programa de la productora rival, de Ana Rosa Quintana. En sus últimos programas, el espacio televisivo se ha vendido como un programa mucho más amable, llamado Sálvame Algodón de Azúcar, y ha defendido su utilidad como servicio público y de entretenimiento. Esta nueva iniciativa, tenga éxito o no, es parte de ese show esperpéntico que, sin duda, pasará a los anales de la historia catódica española.