Cristina Pedroche: «Pariría todos los meses pero sin el posparto que he tenido con Laia»

Iker Cortés MADRID / COLPISA

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Javier Cebollada | EFE

Un año después del nacimiento de su hija habla de sus miedos en un libro

05 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Un año tiene Laia Pedroche Muñoz, la pequeña que ha puesto patas arriba la vida de Cristina Pedroche (Madrid, 35 años). La presentadora e influencer publicó hace unos meses Gracias al miedo (Planeta), un libro que recoge buena parte de los textos que escribió cuando se encontraba en la oscuridad de un posparto donde la pena y los temores se adueñaron de ella.

—La suya era una de las colas más largas en la Feria del Libro de Madrid. ¿Se lo esperaba?

—No. He tenido encuentros con fans, pero nunca con lectores. Estuve dos horas sin parar. Me quedo con el cariño de la gente, con cómo me cogían la mano o con las historias que me contaban emocionados. Siempre he tenido dudas acerca de si publicar el libro o no y esto me confirma que he hecho bien.

—Con todo ese cariño, ¿logra enterrar ese odio que recibe en redes?

—A medias, el apoyo lo esconde un poco, pero no lo alivia del todo. Aquel mismo sábado, en la firma, había una mujer criticándome mientras el resto me apoyaba y me daba cariño. Es como: «Joder, vete a otro sitio». Eso de que las redes es un mundo irreal, se queda ahí y nadie te lo dice a la cara... Sí, sí que te lo dicen.

—¿Qué les diría a sus «haters»?

—Que qué les pasa, que qué tienen en su vida tan oscuro que no pueden ver que no hay que perder el tiempo criticando a alguien que no te gusta. Pienso que tienen una vida triste y que les falta algo. Yo les daría un abrazo.

—¿Qué le llevó a escribir el libro?

—Mis pensamientos intrusivos, mis bucles de pena, mi oscuridad extrema. Fui a la ginecóloga y me eché a llorar. Le dije que no entendía qué me pasaba porque era superfeliz, miraba a mi hija y la amaba, pero sentía mucha pena y pensaba muchísimo en la muerte. Me recomendó que escribiera todo lo que me viniera, aunque no lo entendiera o no supiera verbalizarlo. En aquel momento era la señora Penas y aún lo sigo siendo porque todo me sigue dando tristeza, pero ahora no me paraliza.

—Se habla muy poco de la parte más oscura de dar a luz.

—Pues sí, se habla poco, en general, de los temas que tienen que ver con la mujer. Poco a poco avanzamos y quitamos tabúes, pero cuesta. Tengo amigas que han sido madres antes que yo que me dicen que ellas también lloraban y que no saben muy bien por qué cuando alguien les preguntaba algo del tema solo destacaban lo positivo. Así que las hostias las voy a recibir yo por hacerlo de las primeras, pero voy a ayudar a quitarnos el peso de que siempre tenemos que estar bien.

—De todos esos miedos de los que habla, ¿cómo se encuentra ahora?

—Hay muchos que ya he ido superando. Por ejemplo, dejar a mi hija comer comida sólida. El primer día que la senté en la trona me temblaban hasta las pestañas. Ahora es una experta, aunque siempre estoy muy alerta porque no hay que confiarse.

—Cuenta en el libro que pariría todos los meses y sin epidural. ¿De verdad que no exagera nada?

—Te lo juro que no. Ha sido el momento de mi vida en el que más fuerte y más poderosa me he sentido. Que cada mujer luego haga lo que le dé la gana. Yo no digo que haya que parir sin epidural, pero yo tenía súperclaro que mi cuerpo nunca me iba a dar un dolor que no pudiera soportar. Las contracciones o, como yo las llamo, las olas uterinas, pues hay algunas que son muy intensas, pero yo pensaba que cuanto más intenso era, más cerca estaba de conocer a mi hija. Pariría todos los meses pero sin el posparto que he tenido (ríe).

—¿Se sintió juzgada cuando tomó la decisión de dar a luz sin epidural?

—Mucho. Todos los comentarios eran además súper paternalistas. A mí me decían muchos hombres que no iba a poder y era como: «Ah, que lo has vivido tú». ¡Ay, de verdad, qué pereza de gente! Menos mal que soy muy cabezota.

—Ahora que es madre, ¿ha perdido alguna amistad?

—No, algunas ahora están un poco en stand by, hablamos menos, pero porque yo también estoy en un momento en el que no me apetece hablar de otros temas. Estoy recuperando un poco las ganas de hacer otras cosas que no sean mi hija y aprender cosas sobre maternidad y crianza respetuosa, pero hubo un momento en el que solo quería eso.