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La estafadora Anna Delvey, bajo arresto domiciliario, participará en «Bailando con las estrellas»

La Voz

TELEVISIÓN

Anna Sorokin, en una entrevista en la CNN
Anna Sorokin, en una entrevista en la CNN CNN

Anna Sorokin timó a la alta sociedad de Nueva York haciéndose pasar por una rica heredera alemana. Tras vender los derechos de su historia a Netflix y hacerse mundialmente conocida, ha anunciado su presencia en la nueva temporada del famoso programa de televisión estadounidense «Dancing with the Stars». Ha conseguido un permiso para poder viajar desde Nueva York a Los Ángeles, donde se graba el espectáculo

07 sep 2024 . Actualizado a las 13:11 h.

Desplumó a la alta sociedad de Nueva York haciéndose pasar por Anna Delvey, una rica heredera alemana con una fortuna de 60 millones de dólares que iba dejando propinas de 100 dólares allí por donde pasaba. Vivía en hoteles de lujo, asistía a las fiestas más exclusivas, se codeaba con artistas, famosos y millonarios y vestía los modelos de los mejores diseñadores. Después de haber estafado a bancos, hoteles y a las élites neoyorquinas a las que consiguió encandilar, Anna Sorokin —el verdadero nombre de esta estafadora rusa que en realidad era hija de un camionero— fue sentenciada en el 2019 a una pena de entre cuatro y doce años de prisión.

Aunque fue liberada en febrero del 2021, vive recluida en un apartamento en Manhattan con una pulsera telemática mientras avanza su caso con Inmigración —está esperando a ser deportada a Alemania porque tiene el visado caducado—.

Esta semana Anna Delvey sorprendía a todos con la noticia de su participación en Dancing with the Stars —la versión origina de Bailando con las estrellas—, uno de los programas más longevos de la televisión estadounidense, que arranca su temporada número 33 el próximo 17 de septiembre.

Delvey ha obtenido un permiso especial para viajar desde Nueva York hasta Los Ángeles, donde se graba el programa, siempre y cuando lleve puesta una pulsera telemática que permite tener controlada su ubicación. Un dispositivo que está usando como reclamo en todas las promociones del programa. «Está bien. Es igual que bailar sin él, creo», declaró sobre cómo está siendo la experiencia de bailar con la pulsera en su tobillo en una entrevista con la revista US. «Es bastante ligero. No está tan mal».

El caso de Anna Delvey se popularizó tras el estreno en Netflix de la serie de Shonda Rimes Inventing Anna, basada en su historia real y por cuyos derechos recibió además 320.000 euros. Desde entonces, ha continuado con su sueño de hacerse famosa y ser reconocida. Lanzó el pódcast The Anna Delvey Show, en el que aborda temas que van desde el arte hasta el derecho, pasando por la música, la política o las finanzas. También desde su apartamento puso en marcha el reality show, Delvey's Dinner Club, en que los espectadores pueden verla cenando con figuras de la música, el cine, el teatro o el famoseo charlando de lo humano y lo divino mientras disfrutan de una cena preparada por un chef privado. 

Las mentiras de Anna Sorokin funcionaron durante varios años: había ido trampeado los gastos de ese tren de vida imposible bajo promesas de transferencias que estaban a punto de llegar desde Europa y que, por supuesto, nunca se producían. El castillo de naipes que construyó en torno a su personaje de Anna Delvey se empezó a desmoronar a principios del 2017: se instaló en una habitación de un hotel de cinco estrellas del Soho de 400 dólares la noche hasta que acumuló una deuda de unos 30.000. El establecimiento, que consiguió cobrar, pudo echarla, pero Anna se trasladó a otro hotel de lujo. En junio del 2017 fue arrestada tras haber dejado una factura sin pagar de 11.518 dólares en otro alojamiento y tras haber intentado abandonar sin abonar la cuenta en un restaurante.  

El gran proyecto de Anna Delvey era abrir en Manhattan un espectacular club privado, una inversión de más de 40 millones de dólares y que iba a diseñar Gabriel Calatrava, hijo del famoso arquitecto español, a quien conoció en octubre del 2015 y que acabó testificando en el juicio en su contra.

En su juicio en el 2019 pudieron probarse fraudes por valor de 270.000 dólares: convenció al City National Bank para que le concediese un préstamo de 100.000 dólares, y también falsificó documentación bancaria pra gestionar un préstamo de 22 millones de dólares, si bien nunca llegó a hacerse efectivo.

Pero las deudas de Anna Delvey también afectaron a particulares. Como el caso de Rachael DeLoache Williams, una editora gráfica de Vanity Fair de la que se hizo amiga y a la que invitó a un lujoso viaje a Marruecos junto a otras dos personas. Sorokin se había ofrecido a cubrir todos los gastos, pero cuando llegaba el momento de pagar, sus tarjetas de crédito nunca funcionaban. Convenció a su amiga para que abonase ella las cuentas, pero nunca le devolvió el dinero de los billetes de avión, hotel, compras o comidas, acumulando una deuda de 62.000 dólares solo en el viaje. Así lo relató la víctima en un artículo en la revista en la que trabajaba, que poco tiempo después sacó a la luz toda la historia de Anna en una crónica repleta de testimonios de personas que se habían relacionado con ella.