El extraño petromyzon

José Varela REDACCIÓN

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La sequía elevó hasta los 60 euros el precio de las primeras lampreas La temporada de este preciado bocado concluirá en el mes de abril.

03 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Este año, las lampreas desistieron de intentar la remontada de los ríos en su temporada habitual. El bajo caudal derivado de la escasez de lluvias acrecentaba los riesgos y convertía el empeño en una carrera de obstáculos. El efecto en el mercado no se hizo esperar: la cotización al inicio de la campaña llegó a los 60 euros, cuando su valor medio no debería superar la mitad de esa cifra. En estos momentos, con los ríos ligeramente más crecidos y las capturas en aumento, la pieza oscila entre los 40 y los 42 euros. En Galicia, pueden pescarse Petromyzon marinus en el Ulla, el Tea y el Miño desde enero y su temporada se extiende hasta que canta el cuco, allá por abril. Los pescadores empezaron a respirar tranquilos con las lluvias. Tanto los que utilizan biturón como los que, en la desembocadura del Miño, emplean trasmallo. El primero es un arte de pesca pasiva, consistente en dos nasas unidas por un paño de red, en el que se introduce el pez y ya no puede salir. En el Ulla, entre la depuradora de Cesures -¿funcionó alguna vez?- y el puente, los aparejos son calados a uno u otro lado de la corriente. Aguas arriba, en Herbón, como en el Miño, también aguas arriba, se sitúan las pesqueiras, antiguas construcciones que requieren un caudal mínimo para obligar al animal a caer en la red. La consistencia de las carnes de las lampreas va haciéndose más prieta, y gastronómicamente más apreciada, a medida que asciende por el cauce. El método usado para su captura también influye. El argumento es el mismo que atribuye más valor a una merluza del pincho que a otra del arrastre. Esa capacidad de discernimiento también permite a los muy expertos la identificación de un animal procedente de los ríos gallegos o de los de Francia. (En el caso de las francesas, la tasación se hace por kilogramo y no por pieza, como en Galicia). Pero, para nota, la prueba sonora. Un avezado conocedor de las lampreas asegura que cantan: que emiten un sonido como un tenue quejido al llegar al saco. El paréntesis del carnaval, con el reinado del cocido y los freixós, mitigó el arranque de la cita con la lamprea, inexcusable a partir de ahora. Si la meteorología ayuda, habrá abundancia de ejemplares en los restaurantes, aunque el número real de capturas sea imposible de saber. Los primeros ejemplares de este año apenas alcanzaron el kilo, un tamaño que ha ido aumentando al ritmo que descendía su precio. La cotización, sin embargo, no suele ser un obstáculo. Al menos, no llega aún a los niveles de la angula, que sí la han expulsado del mercado excepto para caprichos de potentados. Miguel Campos, del restaurante Illas Gabeiras, de Ferrol, subraya que a la bordelesa, su elaboración culinaria tradicional, es la especialidad más demandada. En la práctica, casi podría decirse que la lamprea se cuece en su jugo. Tras rehogarla en aceite, se añade cebolla, ajo, un poco de pimentón dulce, perejil y vino mencía. El resto, una media hora de cocción, para que ablande sin perder la consistencia que hace de este pez un bocado de excepción. Seca y rellena, en timbal o guisada con patatas nuevas y guisantes -tal vez la más suave de todas ellas-, la lamprea no pierde su aura de elegancia.