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Las mil y una tiendas de Marrakech

Redacción LA VOZ

TENDENCIAS

Cuenta la leyenda, que hay unos cien establecimientos por cada cien metros en las calles de la ciudad de Scheherazade

13 jun 2014 . Actualizado a las 15:33 h.

Como si encontrarse con la princesa Scheherazade en una de las tortuosas calles del gran bazar fuese posible, Marrakech se ha consolidado como una de las ciudades preferidas para desconectar de los terrenales problemas del día a día. Y es que con su exotismo extremo, su glamur oriental llama poderosamente a Occidente. «Tierra de dios» en árabe, la metrópoli francesa sigue siendo la misma ciudad que el cine nos ha vendido a lo largo de estos años. La locura en los zocos, los regateos de sus comerciantes, el intenso olor a especies y a té o el caos en sus calles siguen caracterizando una ciudad que ya nada tiene que envidiar a cualquier capital europea. Marrakech ha crecido y, manteniendo su ADN africano y oriental en la Medina, ha evolucionado en una urbe que llama poderosamente su atención por la esencia tradicional y moderna que desprende.

Y es que una de las puertas de África ofrece en sus estrechos callejones del zoco una cantidad ingente de tiendas. Abiertas todos los días, excepto los viernes por la mañana, cuenta la leyenda que en Marrakech hay unos cien establecimientos por cada cien metros. Así la urbe ha pasado de ser la ciudad de «las mil y una noches» a la de «las mil y una tiendas». Tradicionalmente eran babuchas o chilabas, en la actualidad en las zonas de la Medina marcadas por la rue Semarine y Mouassine, dónde cada sección lleva el nombre del principal tipo de mercancía, han evolucionado para ofrecer el sueño de todo apasionado de las compras.

Adentrarse y perderse en el barrio de los sucks -la zona del gran bazar- es una auténtica experiencia que hay que vivir rodeados de todo tipo de artilugios y recuerdos que venden comerciantes plurilingües y especialistas en el popular arte del regateo. Pero no es el único lugar dónde se pueden abastecer las maletas. Lejos del ambiente tradicional del zoco, la zona de la Avenida Mohamed V está llena de tiendas de marcas, restaurantes de comida rápida y otros placeres occidentales con su particular deje exótico. Pero no solo de compras y del gran bazar vive Marrakech.

Mezquitas como la de Kotubiya, los riats -que son los antiguos palacetes árabes con patio interior en cuyo interior hay una fuente rodeada por un coro de plantas-, impresionantes residencias coloniales, los hamman o baños marroquíes, la zona de la muralla, el Alminar, los oasis, museos y un largo etcétera que deja sin aire a los visitantes de una urbe que tiene su centro neurálgico en la plaza Jemma el Fna. Su ritmo tan a paso cambiado con respecto a Europa, provoca que en Marrakech todo el mundo se deje llevar con la inevitable cuota de sudor en una ciudad marcada por el color rojizo de su tierra y el implacable sol que la azota practicamente los 365 días del año.

Una semana en esta antigua metrópoli y la visión que tenemos del mundo se modificará 360 grados. Todo cambiará: los atascos ya no serán tan intensos, las ciudades no tendrán olor a nada, las compras ya no serán divertidas y la visión de la moda ya no será igual. El corazón de Marruecos está de moda y crea tendencia, tanto que firmas como Sandro, The Kooples o BDBA -todas disponibles en El Corte Inglés- se han inspirado en ella para llenar los armarios femeninos con un trozo de Marrakech ideal para sobrellevar el regreso a la realidad.