A la luz del candil

La Voz REDACCIÓN

TENDENCIAS

terraza

Calcetar ya es historia. Los ojeadores de tendencias han puesto su objetivo en una nueva práctica: la decoración, e iluminación, de exteriores. Las manualidades han llegado a las terrazas y jardines

09 jun 2014 . Actualizado a las 14:28 h.

El lugar para tomarse el primer café del día; la última cerveza de la noche; el aperitivo del mediodía, con el sol amasando las ideas y la aceituna planeando sobre el Martini. Donde leer un libro cuando el sol se agacha y la piel echa de menos una chaqueta. Donde cabecear después de comer, con el cuerpo concentrado en la digestión y la mente nublada por la modorra. Donde proponerse una noche más contar todas las estrellas del cielo. Donde tocar la guitarra, fumar en silencio. Gritar, mejor fuera que dentro. Hay sitios mágicos. Y después, hay terrazas. Porches. Azoteas. El limbo entre el interior y el vasto exterior. Lugares al aire libre que son nuestros. Y alguien -esa suerte de ser superior de las tendencias que un día decidió que hacer calceta ya no era de abuela, que elaborar cerveza artesana era lo más divertido del mundo y que los próximos dos años los jóvenes, y no tan jóvenes, convertirían las bicicletas personalizadas en el medio de transporte universal- dictó hace un tiempo que el diseño de exteriores era el nuevo DIY (Do It Yourself o Hazlo tú mismo).

Estamos ante una nueva práctica de moda, si es que esto significa algo. El caso es que desde hace unos meses las redes sociales han comenzado a inflamarse de imágenes quemadas, con fortuna con solo un filtro de Instagram y con menos suerte con más de tres intercalados, que retratan rincones más que apetecibles, esquinas tan envidiables que hasta los que viven en un segundo se han puesto a barrer como locos los portales de alquiler para encontrar un nuevo enclave donde plantar un pequeño huerto, donde confinar algunos pallets de madera con cojines de estampados geométricos, cascos de cervezas heladas, revistas, tumbonas, plantas y farolillos.

Las manualidades han llegado a las terrazas, a los jardines urbanos y a los tejados hechos oasis. Y si en algo destaca un balcón con encanto es en su iluminación. Para conseguir una luz perfecta en espacios al aire libre se pueden elegir caminos varios. El primero es optar por una de las originales propuestas de mobiliario con luz de El Corte Inglés. El segundo es remangarse y hacerlo uno mismo.

Reutilizar las luces de Navidad

Para desprenderse de esa sensación que aparece todos los otoños de comprar cosas para utilizarlas solo un par de semanas -vestidos de fiesta, adornos navideños...-, una buena idea es reciclar las luces que cada diciembre adornan las ventanas. A mayores será necesario papel maché de colores, globos pequeños y cola blanca. El tema consiste en hinchar los globos un poco, hasta que tengan el tamaño de una pelota pequeña, cubrirlos con cuadraditos del papel maché -pegándolos con la cola- para, cuando estén secos, pinchar el globo y retirarlo por un pequeño agujero. En las bolas de colores que quedan se introducen las bombillas de las luces de Navidad, creando una guirnalda de alegres y luminosos círculos que se colocará en el jardín.

Velas dentro de tarros de cristal

El resultado final es precioso. Y solo es necesario recopilar tarros de cristal y meter en su interior pequeñas velas. Se pueden colocar sobre mesas, estanterías de terraza, en el suelo o, la inclinación más habitual, colgarlos con cuerdas de árboles o ventanas. Cuantos más, mejor.

Guirnaldas de mil colores

La alternativa más práctica es comprarlas. Suelen ser baratas y sirven tanto para un roto como para un descosido. En algún lugar entre ambos se encuentra el arte de acicalar un patio. El mérito invasor se lo llevan las típicas de mil colores redondas, en tonos chillones como el rosa, azul o amarillo. Dan a las terrazas un fascinante aspecto circense, a feria de verano, a verbena de pueblo. Se suelen colocar por las paredes, rodeando puertas o ventanas, en las rejas o abrazando los espejos. En este caso, la elección perfecta son las luces con forma de rosas. Y el efecto vintage está asegurado.

A la luz del farol

Los farolillos son entrañables. Una terraza con algún candil va a ser siempre un sitio cómodo y confortable, un lugar en la tierra, pero lejos. Una vía de escape. Evocan otras épocas, le dan cuerda a la imaginación. Desde los proyectados en papel -del tipo farolillo chino- a las candilejas antiguas y oxidadas. Y también los puede hacer uno mismo. A base de pequeños tarritos forrados con papel de seda -y cola blanca, igual que el proceso descrito anteriormente-, una vela en su interior y un gancho, se consiguen diminutos y peculiares adornos que personalizan al máximo estos espacios.