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¿Uniforme sí o uniforme no?

La Voz REDACCIÓN

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ANTENA 3

Eliminar diferencias o coartar la libertad, son solo algunos de los argumentos de partidarios y detractores del uso de la misma indumentaria en los más pequeños de la casa

20 ago 2014 . Actualizado a las 18:13 h.

Con agosto en su ecuador, los días cada vez más cortos y la inminente vuelta al cole, regresa, como cada verano por estas fechas, el mismo debate de todos los años. Siempre surge, no importa el lugar ni el interlocutor. Ya sea en medio de una conversación en un bar entre padres con niños o en la oficina con los compañeros de trabajo, la discusión termina en la misma dirección, bifurcada en dos posiciones completamente opuestas: uniformes escolares sí, uniformes escolares no. Como si seguidores del Real Madrid y del Barcelona, o del Celta y el Deportivo, se tratasen, nunca, pero nunca, se pondrán de acuerdo. Los progenitores de ambos bandos defenderán con uñas y dientes los beneficios y perjuicios de usar, o no usar, esta prenda sin lograr un punto de acuerdo común.

Es una polémica sin retorno, pero con muchos matices. Si eres un padre partidario del uniforme escolar pero tu centro no lo exige se crea un vacío que se intenta llenar a base de protestas y de intentar remediarlo. Y lo mismo ocurre en el caso contrario cuando eres contrario al uniforme, pero tu hijo acude a un colegio con un vestuario igual para todos. Y es que los argumentos, tanto a favor como en contra, se multiplican según la tecla que se toque.

A favor

Los amantes del uniforme escolar para sus hijos lo tienen claro. Para ellos, estas prendas -como las que se pueden encontrar en El Corte Inglés que además apuesta por el protector de teflón para que sea más fácil de cuidar y de lavar- eliminan las diferencias entre los niños ya que al usar todos la misma ropa no habrá competencias, evitando que ciertos alumnos se sientan inferiores a sus compañeros de pupitre o de clase. Algunos defensores de esta opción, aseguran incluso que reducen los casos de bullying iniciados por la comparación entre marcas de vaqueros, vestidos o cazadores. Sin olvidarse de que esta indumentaria evita que los más pequeños se obsesionen con su apariencia desde edades tempranas.

Los padres decantados por este bando, además, aseguran evitar problemas por las mañanas a la hora de vestir a sus hijos. Si hay uniforme, no hay elección posible y, de esta forma, se ahorra tiempo y preguntas insistentes que esconden el tradicional «¿qué me pongo?». Y ojo, tanto en el día a día, como con las jornadas que es obligatorio lucir chándal por haber clase de educación física.

Y el tiempo no es lo único que se ahorra. Al no tener que tener variedades para vestir durante cinco días a la semana, se economiza no comprando un fondo de armario que, en el caso de los pequeños, no tiene una gran trayectoria más allá de uno o dos inviernos, como mucho. Sin olvidarse de que esta opción suprime las posibles desigualdades de tipo económico.

Además de las ventajas que ven los padres, y los propios niños, están las que observan desde la escuela de turno. Para estos colegios que se decantan por vestir a todos sus alumnos iguales premia la idea de que los uniformes provocan que se identifiquen a los pequeños con un centro de estudios. Para ellos, son una especie de bolsas de una tienda que pululan sin fines lucrativos por el centro de todas las ciudades. Sin embargo, y a pesar del supuesto afán publicitario, van más allá y alegan que lo que realmente buscan es demostrar que son un espacio en el que la ropa es un asunto superficial y donde la tolerancia con la discriminación es cero.

En contra

Si los partidarios lo tienen claro, los detractores del uniforme escolar lo tienen más. Para ellos, el uso de una indumentaria igual para todos suprime las diferencias y la diversidad. Los padres de este bando defienden que sus hijos tienen que crecer en un ambiente rico en matices y, sobre todo, sin que te juzguen y respetando algo tan trivial como la forma de vestir.

Además, critican que el uniforme es sexista. No entienden que en la época en la que discurrimos, algunos colegios siguen imponiendo pantalones para niños, y faldas o vestidos para niñas. Aunque, también es cierto, que muchos centros han corregido esta crítica, ampliando el vestuario femenino incluyendo así el pantalón en sus opciones.

Sus argumentos no terminan aquí, ya que apoyan la idea de que tener que elegir cada mañana qué se ponen. Permite así que los más pequeños desenvuelvan su capacidad de elección y el desarrollo de sus gustos. Impone una libertad que no tienen los que usan uniforme durante todo el año.

En cuanto al argumento del ahorro del dinero, estos padres defienden que el uniforme escolar, en algunos casos, es excesivamente caro. Y como se lo tienen que poner todos los días, le exigen un doble o un triple desembolso.

Y si las escuelas partidarias de vestir a todos sus alumnos iguales tenían sus razones, las contrarias también las tienen. Los colegios que ven la opción de no uniforme como la mejor aseguran que promueven la libertad de expresión, la diversidad, la individualidad y la tolerancia.