
Mismos accesorios, nuevas reglas: las pulseras abandonan las muñecas y los anillos, el final de los dedos
05 sep 2014 . Actualizado a las 18:04 h.Como cuando somos pequeñas y asaltamos el armario y el joyero de mamá. En esto consiste. En enfrentarse a los complementos con una mirada nueva, sin prejuicios, olvidándonos de que toda la vida los pañuelos han cubierto la garganta, los colgares han adornado del cuello y las pulseras, las muñecas. La revolución de los complementos lleva años gestándose, con algunos intentos fallidos que nunca llegaron a cuajar -aquellos pendientes con cadenitas que subían por toda la oreja o los calentadores-, pero que en lugar de devolver todas las piezas a su sitio, han abierto el apetito de los que partidarios de darle una nueva vida a los accesorios. Parece que la cosa va bien encaminada. Que lo complementos están más que dispuestos a reubicarse. Las reglas empiezan a cambiar.
La aburrida pañoleta enroscada al cuello, sin gracia alguna, se reencarna en un polifacético accesorio. Este moldeable trozo de tela se convierte en una de las prendas comodín más recurridas del armario, siempre disponible para acompañar tanto un look playero como el estilismo más elegante del año. Este año regresa la bandana, el pañuelo atado a la cabeza y el turbante. Para bodas o para ir al mercado. Ayuda a controlar el volúmen del cabello y la clave está en saber escoger el modelo por su textura, sus estampados y su tamaño. Una vez que hayamos elegido el adecuado (o adecuados, combinar dos o más es el último grito), la parte más complicada es hacer el nudo. El éxito radica en la práctica. A un lado, en el medio, en la frente... Si tenemos la frente ancha, debe dejarse a la vista el comienzo del cabello, echando la prenda un poco más hacia atrás; abusar de él sin miedo si tenemos el pelo corto y sujetarlo diestramente con horquillas, para que no resbale, si nuestra cabellera es muy fina. Otra opción es anudarlo a la coleta, posterior o de lado, o mezclarlo entre los tres mechones de una trenza.
Pero el pañuelo tiene muchas vidas. También se puede utilizar como cinturón, como brazalete -un poco informal, en jornadas playeras o campestres, nada de lanzarse a un evento con esta arriesgada idea-, incluso, si la prenda es considerable, convertirlo en un original top. Aquí van algunos modelos, disponibles en El Corte Inglés.
En cuanto a los pendientes, se acabó lo de emparejar las perlas. Este año se llevan los adornos de las orejas de tres en tres. Se lucen varios en una oreja y ninguno en la otra, o dos y uno. El caso es descompensar, desequilibrar, romper la simetría. Esta tendencia se absorbe del estilo pandillero más cellejero, al igual que la bandana en lo alto del cogote. También regresan los aros grandes, escoltados por otros más pequeños en los lóbulos.
La citada inclinación estética se contagia a los anillos, que esta década han sido testigos de como su tamaño ha ido reduciéndose progresivamente. Ahora pueblan los dedos estrechas alianzas, trenzadas o con algún motivo mínimo, como triángulos o nudos, en dorado y plata. También escalan hasta la articulación de la falange, instalándose en el primer tramo del dedo. ¿La clave? Combinar y mezclar muchos juntos, en varios dedos, sin excederse. Y con alguna piedra que rompa este efecto.