Las mejores esencias van en frascos pequeños

La Voz REDACCIÓN

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La arquitectura de los botes de perfumes es un arte que enseña mucho más de lo que se piensa

21 oct 2014 . Actualizado a las 18:33 h.

Diseñar un perfume no es tarea fácil. Por un lado, está trazar el propio aroma. Una vez decidido si debe tener toques florales o frutales o ser más o menos dulzón, llega la segunda fase que es todo el periodo del envoltorio. Aunque esta etapa puede ser considerada como irrelevante o menos importante que la anterior, lo cierto es que una función clave para obtener el producto final. Y es que el diseño del frasco juega un papel vital en el éxito de una fragancia. Por mucho que las publicidades nos vendan mensajes etéreos y un estilo de vida, son las botellas junto con el propio olor el que determine la consolidación o no entre los consumidores. El hijo de la diseñadora Nina Ricci, Robert, lo tenía claro: «El perfume debería ser una obra de arte, y el objeto que lo custodia es una obra maestra». Y es que al final ya lo dice el refranero popular: «las mejores esencias van en frascos pequeños».

Elevado ya arte en algunas marcas, la arquitectura de los frascos del perfume es parte fundamental del diseño de un aroma. Aunque ha sufrido notorios cambios a través de la historia determinados por la propia evolución de la sociedad -por ejemplo, durante la II Guerra Mundial se apostó por líneas conservadoras y muy simples-, lo cierto es que existe una serie de patrones que se repiten. El principal es que siempre se ha intentado transmitir lo que va dentro, ya que es difícil de describir y trasladar los ingredientes y los diferentes olores que forman una fragancia. Eso así, al final, siempre hay que tener en cuenta que el diseño refleja el propio estatus de los perfumes. Por esta razón actualmente, existen frascos sencillos o austeros y otros que son verdaderas esculturas dependiendo de lo que se quiera o no transmitir jugando con los colores, las formas y los distintos materiales.

Jugando con las formas

Durante los últimos 40 años si con algo han jugado los diseñadores de perfumes es con la identidad de los géneros masculino y femenino en sus botellas. Actualmente, por norma general ya no se suelen tirar a la piscina y se suelen escoger líneas simples. Aunque apostando siempre por algún elemento complejo, suelen predominar los botes o redondeados o cuadrados. Si se quiere incorporar alguna forma geométrica diferente suele estar relacionado con la esencia de la propia fragancia. Eso sí, hay quien sigue apostando por auténticas obras de artes complejas dignas de cualquier galería. Y es que al final, en la variedad está el gusto.

En lo que suelen coincidir todos es apostar por frascos de tamaño pequeño o medio. Lejos quedan ya las épocas de las botellas XXL, ya que los diseñadores quieren seguir la máxima de que menos es más.

Del pastel a la oscuridad

Sobre todo en las fragancias femeninas, los diseñadores se han tirado años apostando por tonos pasteles como sinónimo de elegancia. Mientras los perfumes masculinos lucían en sus frascos colores oscuros, los creados para la bancada de mujeres estaban orientados a la claridad. Consciente de que estos papeles estaban pasados de moda y no tenían fundamentos, empezaron a usar toda la paleta disponible. Algunos se lanzaron a jugar con millones de colores, mientras que otros apostaron por una única tonalidad, fuerte y muy definido.

Los rojos y los violetas para la pasión, los azules para la calma, los verdes para la esperanza y las buenas vibraciones y los amarillos para transmitir energía. Sin embargo, había un color que se les resistía: el negro. Por miedo a que el aroma se perdiera en el frasco, tardaron demasiado tiempo en percatarse de que este color podía estar en algo más que en la tapa. Sin embargo, de repente, se les iluminó la luz y cayeron de que si el negro era la tonalidad de la elegancia y el lujo por antonomasia, ¿por qué no transmitir la misma sensación en los frascos? Y con esta idea en la cabeza, Armani tiñó con este color su homenaje a la feminidad moderna del eau de parfum Sì Intense, y su conexión con la infancia del eau de toilette Bois D'Encens. No fueron los únicos. Eau de parfum de Desire by Dolce & Gabbana transmite feminidad y seducción con su frasco totalmente oscuro. Eau de parfum Elixir Noir de Stendhal también eligió este color para crear un espacio personal e intimo. Inspirado en el diseño de Grace Kelly para la marca, Gucci apostó por el negro en su eau de parfum Gucci Flora 1966 -en El Corte Inglés se pueden encontrar todas estas fragancias dentro de la sección Etiqueta Negra de su sección belleza-.

No es todo cristal lo que reluce

El diseño de frascos de perfumes empezó haciéndose en cristal. Era lo normal ya que a principios de siglo todos los recipientes eran de este material. Sin embargo, a partir de la segunda mitad se comenzó a jugar con la incorporación de plásticos para consolidar algunas fragancias como piezas accesibles. Con la industria divida entre las colonias y los perfumes, el cristal terminó consolidándose, aunque dejando siempre espacio para nuevas técnicas. Ahora es el momento del uso del aluminio, del cristal tintado o del plástico tratado como metal.