Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Diez razones por las que la gente quiere que llegue ya el invierno

La Voz REDACCIÓN

TENDENCIAS

Sí, existen. A pesar de la lluvia y el frío, hay personas que adoran esta estación del año

05 nov 2014 . Actualizado a las 18:12 h.

Tras un octubre que pareció el agosto que no tuvimos este año, llegó noviembre con sus trenes de borrasca llenos de lluvia y bajada de temperaturas marcando el ritmo desde el inicio del mes. Con la tristeza en los ojos, llegó el duro momento de despedirse del calor y los cielos celestes hasta el próximo año. Y así, con el chaparrón de realidad tras el buen tiempo, la gente cayó en la cuenta que falta poco menos de un mes para la llegada del invierno, siempre tan odiado y rechazado. Aunque aún falte tiempo, lo cierto es que las características de esta estación empiezan a hacer acto de presencia. Por ahora es la lluvia y las tormentas, pero poco falta para las primeras raciones de frío, pero de frío de verdad, el del termómetro bajo cero y el bao saliendo por nuestras narices.

A pesar de que las circunstancias llevan a pesar de que esta estación gana más detractores que adeptos, lo cierto es que hay mucha gente que quiere y desea que el invierno toque ya a su puerta. Juicio no les falta, muchas son las razones y sensaciones que se esconden detrás del amor por el mal tiempo, las bajas temperaturas y las largas jornadas de lluvia. Aunque los partidarios lo tengan claro, lo cierto es que los que son unos apasionados del calor de julio y agosto y cuyo sueño es vivir en un lugar con un verano constante necesitan una buena razón de positivismo. Y es que, al final del día, afrontar el invierno no es tarea fácil.

1. Las hojas y después la nieve. Cierto, quizás los paisajes luzcan más bonitos en primavera con toda la gama de colores adornando las flores de los arboles. Sin embargo, la llegada del otoño también tiene su aquel. Primero la gran variedad de marrones que inunda la naturaleza y después todas esas hojas que al pisar produce esa melodía irrepetible que solo se produce de septiembre a noviembre. Y con la partida de las hojas llega el tiempo de la nieve, ese fenómeno meteorológico que tanto saca de quicio a los adultos y encanta a los niños. A pesar de lo que digan, y de todos los problemas que causa, lo cierto es que, al final del día, todos caen rendidos a «hacer un angel» sobre el manto blanco.

2. Dormir tapados hasta las orejas. Que sí, que el verano está muy bien pero lo que no está tan genial es el calor que llega desde que nos levantamos hasta que nos acostamos y perdura durante las ocho horas de sueño. Las altas temperaturas dificultan el sueño, y con la llegada del frío cerrar los se convierte en una labor mucho más sencilla. Eso sí, habrá que hacerse con un buen pijama de esos gordos y suaves así como con un par de mantas y un buen nórdico o colchón.

3. Abrigarse bien a ritmo de abrigos, bufandas y gorros de lana. Es el momento de cambiar el armario. Si aún no lo has hecho es que o bien no has salido a la calle o vives en un clima diferente, ha llegado la ocasión de suprimir del armario todo rastro de sandalias y las prendas veraniegas. Aunque cueste, es hora de rescatar todas esas prendas abrigositas que provoca que en seis meses solo se nos vea el cuello y las manos. Para el frío, lo mejor será una parka con estampado azteca de Green Coast o un chaquetón como este oversize de borrego de color beis de Green Coast -que se pueden encontrar en la tendencia Alpino de Estrena Noviembre de El Corte Inglés- combinado con una de los básicos de la temporada: un gorrito de lana como este de Green Coast decorado con un pon pon de pelo.

Aunque nos parezca que con estas temperaturas hay que desterrar los vestidos, nada más lejos de la realidad. Acompañados de un abrigo, como este de Antea en color camel, se puede salir a la calle enseñando piernas como con este estampado de Amitié.

4. Y este año, además, las capas. Si hay una prenda que va a reinar este invierno son las capas. Es la estrella de la colección, la niña nueva que ha llegado creando una gran expectación que ha cuajado, y de que manera, entre las féminas. Y sin diferenciar en edad, ojo. Las calles ya son un hervidero de ellas en todas sus tipologías, colores y estampados. Pero en medio del batiburrillo, hay que tener las ideas claves para acertar. Nuestros consejos: jugársela con una capa de Elogy en color gris con estampado de raya naranja, o con una de Amitié con estampado de cuadro en tonos marrones. Si no querer comprar sobre seguro, la clave es mezclar tendencias y apostar por esta chaqueta de punto de Green Coast con estampando azteca y adorno de flecos.

Pero las capas no llegan solas y se pueden combinar dando tantas variedades como ideas tengamos en la cabeza. Por ejemplo, esta capa de Síntesis en color arena y con motivos navideños para ir abriendo boca se puede complementar perfectamente con un jersey de Southern Cotton también en color claro.

5. Las botas son mejor que las sandalias. O por lo menos en invierno. Son los dos zapatos más estacionales de todos y razón no les falta. Las sandalias aportan frescura, mientras que las botas todo lo contrario. ¿Y por qué son mejores? Pues por ninguna razón en particular. Aunque eso sí, en verano se pueden ver a gente con botas, pero en invierno nadie lucirá sandalias de forma consciente. Por algo será.

6. La lluvia, mejor desde dentro. Los grandes defensores de las jornadas típicamente invernales tienen un gran escollo. La lluvia, por norma general, no termina de convencer a nadie. Que si el paraguas, que si las botas, que si el viento, que si los coches ponen a uno empapado por no evitar el charco... No hay nada que logre convencer a nadie de que es perfecto que caiga agua del cielo. Pero eso sucede cuando hay que salir a la calle o coger el coche. Ya sea con tormenta o no, a cosa cambia cuando la jornada de lluvia cae en un día festivo en el que se puede pasar todo el día sin salir. Aquí ya no hay excusas. Escuchar el sonido de la lluvia tapados en el sofá con una manta es una de las mejores sensaciones del invierno. Ya sea con película o serie, o una buena ración de literatura como acompañante.

Y estos planes de hibernación total no están reservados exclusivamente a los días lluviosos. El frío se pasa mejor en casa con la calefacción y la manta cerca.

7. Volver al cine. El verano es sinónimo de estar fuera de casa y el invierno de estar dentro y cuando se sale ir a lugares cerrados y calentitos. Por esta razón, el cine es uno de los planes más recurrentes cuando llega el mal tiempo. Y, quizás a propósito o no, las distribuidas son conscientes de ello y reservan sus mejores títulos de la temporada para estos meses de bajas temperaturas y lluvia. Así ya no hay excusas para ir a ver el último estreno y disfrutar de una buena ración de palomitas.

8. Las mil y una comidas de invierno. Coge papel y lápiz porque vienen curvas. Y es que con la llegada del mal tiempo la lista de comida que nos uno se puede meter entre pecho y espalda sin tener malas digestiones es extremadamente larga. Primero son las castañas, después llega el momento del caldo, la sopa, los potajes y casi cualquier comida con cucharada que sirve para calentar la barriga en esos días de frío frío, a continuación aparecen en nuestras vidas las reuniones familiares de Navidad con sus eternas comidas con sus platos de marisco, carne y pescado, más tarde es el turno de los churros con chocolate y las filloas, y así hasta el infinito. Se puede decir: en invierno se come mejor.

9. Decirle adiós a la alergia. Aunque este argumento probablemente encuentre rápido rebate, lo cierto es que con el mal tiempo los alérgicos viven un poco mejor ya que no hay peligro de polen por ahí pululando y fastidiando a próximos y extraños. Bien es cierto que con la bajada de temperatura y las lluvias los resfriados se multiplican por mil. Al final, nunca llueve al gusto de todos.

10. Los baños calientes. Si en verano nos tiramos todo el día pensando en llegar a casa y darnos una ducha bien fría para refrescarnos, en invierno pasa todo lo contrario. Un baño bien caliente es, incluso, mejor que el de agua frío. La explicación reside en el propio cuerpo humano, que agradece y soporta mejor el calor.