
Ni apretado ni demasiado grande, las alas de este accesorio no deben ser mayor que el ancho de los hombros
18 nov 2014 . Actualizado a las 18:50 h.Los reservamos para el verano y los expertos en la moda se echan las manos a la cabeza pensando en todas las posibilidades que se pierden en las otras tres estaciones del año. Ahora que llega el mal tiempo con su aire helado y sus lluvias, no hay nada mejor que taparse la cabeza a ritmo de sombreros. Cuando hace un par de temporadas, los diseñadores los rescataron en sus colecciones muchos y muchas descubrieron la amplia paleta de tipos y de beneficios. A estas alturas de la película y con varios años viéndolos en los bustos de los maniquíes de las tiendas, ya habremos caído en que no podemos escapar de esta tendencia que se fue y ha regresado cual bumerang a nuestro armario. Y es que si durante gran parte del siglo XX eran la estrella del árbol que culminaba todo look que se preciaba entre las mujeres de alta sociedad. Sin embargo, con la llegada de los intensos movimientos sociales de los años 70 y 80, los suprimió y los desplazó a eventos tipo Ascot. A pesar de ello, veinte años después han vuelto y parece que para quedarse. Y no será por oportunidades.
Modelos hay para hartarse. Desde la habitual pamela, pasando por el borsalino -como los que lucía Humphrey Bogart-, el vaquero, y la fedora, hasta llegar a ese modelo que lució el cantante Pharell en los premios Grammys y que se ha convertido en su sello de identidad. Y es que los sombreros tienen esa capacidad de diferenciación por lo que hay que saber cómo ponérselo y con qué. Y aquí llega la gran pregunta. ¿Cómo me pongo un sombrero?
Difícil pregunta con respuesta sencilla. Lo primero que hay que tener en cuenta es qué se adapte a la cabeza de cada uno, ni apretado ni demasiado grande. Una vez superada esta barrera, llega el momento de decantarse por uno u otro modelo sabiendo que el ala no puede ser mayor que el ancho de los hombros. El tamaño del ala es un factor a tener en cuenta ya que determina el grado de elegancia de cada sombrero, es decir, los que la tienen ancha suelen ser más elegante mientras que la corta suele ser más informal. Eso sí, en este proceso interviene, y mucho, el material con el que están hechos y con qué se combinen.
Después ya interviene la forma de la cara. Las que tienen el rostro redondo deberán apostar por un modelos fedora o borsalino -como estos de Gloria Ortiz en azul con cinta a contraste o en cordovan con detalle estampado-, mientras que las que la tienen cuadrada tendrán que decantarse por aquellos de base redonda y, a poder ser, con alas desiguales. Las pamelas -como esta de color negro de Básicos- les quedarán mucho mejor a las caras alargadas, mientras que las caras con forma de corazón tendrán que elegir modelos como los borsalinos que permitan que caigan un poco en la cara. Las que más suerte tienen en este apartado son aquellas con el rostro ovalado ya que la mayor parte de las versiones suelen sentarles bien, por lo que pueden tirarse a la piscina y arriesgarse con sus elecciones.
Y si no te atreves con los sombreros, en invierno también puedes tirar de otros complementos –como los que se pueden encontrar en la sección accesorios deluxe de El Corte Inglés-, o seguir jugando con cabeza recurriendo a los habituales gorros de lana -como este punto en color burdeos o en tonos rosas- o los tan de moda actualmente, gracias a Sira Quiroga y El tiempo entre costuras, turbantes -como este de punto en color beis-. Solo es cuestión de echarle un poco de cabeza.