Si Valerón juega en el Bernabéu, alcanzará una cifra histórica de partidos de Liga como blanquiazul
26 sep 2012 . Actualizado a las 18:33 h.Hace tiempo que Valerón figura en el corazón de varias generaciones de deportivistas. Enamoró a los que lo disfrutaron nada más recalar en Riazor y a quienes se emborracharon en el centenariazo. A los que les dolió el alma con sus lesiones y a los que consideraban un sacrilegio su suplencia. Y aún resuenan los cánticos de su indiscutible liderazgo en el ascenso, cuando hasta los más pequeños vistieron la camiseta con el dorsal 21. Valerón cumple 300 partidos de Liga con la blanquiazul. Aún le queda para alcanzar a Fran (435), Mauro (369) y Manuel Pablo (334), pero va camino de la eternidad.
el debut
Irureta: «Vino a competir con Djalminha, pero se ganó el cariño de todos»
Valerón llegó en el verano del 2000 a un Dépor campeón de Liga, pero enseguida parecía que llevaba toda la vida. «Siempre ayuda al entrenador y al grupo. Cuando llegó vino a competir con Djalminha, con lo que eso suponía de cara a la afición, porque claro que podían jugar juntos, pero él vino con esa dificultad, pero se ganó la confianza y el cariño de todos», recuerda Irureta, su primer entrenador en A Coruña y bajo cuya dirección ofreció sus primeras lecciones de magia como blanquiazul: «De aquellos años lo primero que recuerdo es un gran jugador con gran sentido del juego y con mucho talento para el fútbol. Además, una persona magnífica, un factor importante en la integración del grupo, un hombre bueno y con la mente clara y dispuesto a favorecer al grupo por encima de todo».
LAS LESIONES
Luci: «En el vestuario llevaba la capitanía, no solo el brazalete, y se notaba en la moral de todos»
Tras la marcha de Irureta, llegó Caparrós, quien coincidió con Valerón en su etapa más dolorosa, la de las dos graves lesiones consecutivas que padeció. Luci Martín, ayudante del actual entrenador del Mallorca, recuerda la entereza del jugador: «Para nosotros fue una baja importante en el aspecto deportivo, pero es que, además, era un jugador que con su forma de ser, en el vestuario llevaba la capitanía, no solo el brazalete, y se notaba en la moral de todos. Tuvo dos recaídas y recuperarse de esas lesiones tan graves requiere un esfuerzo enorme. Solo él sabe lo que ha pasado y lo que ha sufrido para estar como está. Porque ahora no está para rellenar la plantilla, sino que es capaz de quitarle el puesto a jóvenes que están ahí. Y no solo por el nombre de Valerón, sino por el rendimiento que da».
el REFERENTE
Oltra: «Hemos apostado por un hombre que ha demostrado que le gusta el buen fútbol»
Desde su llegada a A Coruña la filosofía de juego de Oltra se ha ajustado como un guante al fútbol de Valerón. Así se manifestaba el técnico valenciano en una de sus primeras declaraciones nada más llegar al banquillo de Riazor: «Aquí gusta el buen fútbol y creo que además tenemos el equipo apropiado para hacerlo. Sería difícil entender otra cosa cuando el hombre fuerte de la plantilla es Valerón. En esta línea, hemos apostado por un hombre que ha demostrado que le gusta el buen fútbol».
Preguntado la pasada semana por la suplencia del Flaco en Granada afirmó: «Yo no pongo a Valerón porque sea querido o no. Pongo a Valerón, cuando lo pongo, porque creo que me va a dar futbolísticamente cosas y cuando lo quito es porque futbolísticamente creo que ese partido no va a ser para sus condiciones. Al final es el Deportivo de La Coruña, no el Deportivo Valerón, ni el Deportivo Oltra, ni el Deportivo Lendoiro. Hasta ahora lo he puesto mucho y otras veces, cuando he creído no lo he puesto. No es diferente a los demás».
EL COMPAÑERO
Fran: «Desde el primer entrenamiento se veía que era un futbolista diferente»
Valerón también dejó un gran calado en los futbolistas con los que compartió vestuario en Riazor. Así lo recuerda Fran: «Cuando jugaba en el Mallorca [el equipo con el que debutó en Primera] ya se le veía el potencial que tenía, y cuando llegó a entrenarse con nosotros pudimos ver que era un jugadorazo, un futbolista diferente y con una calidad descomunal». El último gran dorsal diez deportivista se refiere a un jugador «humilde de forma natural, por su forma de ser y por lo bien que trató siempre a sus compañeros en el vestuario».