Tres días después de confirmarse el descenso del Deportivo sigue latente la decepción de los seguidores, reacción que pasó a convertirse en una angustia que no desaparece de la noche a la mañana. El fútbol influye con fuerza en el ánimo, sobre todo cuando el aficionado espera que el partido se incline de su lado, y en esta ocasión había muchos convencidos de que así sería. Las posibilidades de la Real o el Dépor no se analizaban fríamente, porque la consigna era afirmar una y otra vez que «el Deportivo no descenderá». Lendoiro confesó habérselo dicho a Domingos Paciência, en la noche que el lusitano renunció a la misión que ya entonces él consideraba imposible: «Te equivocas, Domingos, porque el Deportivo no descenderá», insistió el mandatario coruñés.
Lo sucedido finalmente era más que probable, y así lo venían anticipando los resultados. Cuando esto sucede, de nada vale lo que pueda decirse en los medidos, si ello no se refleja en la tabla de clasificación. Insistir, como aquí se insistió, era una quimera.
Tiempos atrás y en casos como este que vive el Real Club Deportivo, sobraría tiempo para que el presidente de turno decidiese anunciar su dimisión y abrir un plazo para elegir al sustituto. Esto sucedía antes. En el Deportivo de ahora, en casos de galopante crisis, se cambia de entrenador. Fueron tres, en esta lamentable y triste temporada.