Kaká, todo un ejemplo de comportamiento, próximo a abandonar el Dépor
24 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Se llama Claudiano Bezerra. Tiene 32 años y le dicen Kaká. Como a ese que jugaba en el Madrid. El de aquí, el del Dépor, da mucha menos guerra, dentro y fuera del campo. El de Sao José do Belmonte es un central que ganó un campeonato chipriota con el Omonia (nuevo equipo de Lotina) y jugó una final de Liga Europa cuando militaba en el Braga. Llegó a Riazor hace un año desde el Videotón húngaro a petición de Domingos Paciencia, que conocía de sobra su condición de futbolista sacrificado, discreto y cumplidor. De ahí hasta final de campaña disputó 433 minutos y quedó marcado por el instante que empleó Jorge Molina en hacerle un roto en el Villamarín.
Lunar que Fernando Vázquez quiso pasar por alto cuando pidió al club que repescase al brasileño tras concluir la cesión. «Tácticamente es bueno. Un gran trabajador y muy disciplinado», detalló el míster al confirmarse el regreso. Sentado en un sofá de la recepción del hotel Augas Santas de Monforte, el jugador también esbozó en junio sus motivos para el retorno: «Hay muchas cosas que antes no valoraba y ahora sí. Estar bien con los compañeros, poder cuidar de mi familia, que en el equipo confíen en mí...». «Estar tranquilo», subrayó para dar forma al objetivo que perseguía volviendo a un club con problemas financieros pese a las propuestas que le garantizaban un mejor salario en otros lares.
Con ofertas del extranjero
Media temporada después, la situación ha dado un giro, y el central reconocía ayer que las posibilidades de que abandone A Coruña la próxima semana son muy altas. No tendrá problema para encontrar nuevo equipo -«las ofertas ya las tengo», aseguraba. Todas, de fuera de España-, pero sí será un adiós complicado más allá del plano deportivo. «Estoy muy contento aquí y me gustaría quedarme. Me gustaría mucho», confesaba a las puertas de Riazor.
Pero la segunda parte no ha sido todo lo buena que jugador y club esperaban. En el terreno personal, el brasileño se quedó enseguida sin uno de sus mejores amigos en la caseta: Paulo Assunçao. En el deportivo, desapareció del once en cuanto Marchena se puso a punto, y sus esporádicas titularidades desde entonces (frente al Eibar y el pasado sábado ante el Las Palmas) se saldaron con derrota.
Y aún hay otro par de detalles definitivos que añadir al informe. El primero, la situación irregular de su estatus como trabajador. El pasado 12 de diciembre, el central se perdió el entrenamiento con permiso del club y viajó a Portugal para intentar solucionar unos trámites burocráticos. Pero el problema de papeles se ha enquistado. «Allí se están demorando mucho», lamentaba ayer Kaká después del entrenamiento.
El retraso dificulta la estancia en España del futbolista, a lo que hay que sumar la necesidad del Deportivo de aligerar plantilla para poder traer refuerzos. El adiós de Kaká supondría el ahorro de la ficha del brasileño y liberar además su plaza de extracomunitario. Y aunque no llegase otro zaguero, Bergantiños ya ha demostrado servir para el puesto. «Parece que si me voy sería bueno también para el club. Necesitan fichar. Ya hablé con el entrenador y sé lo que hay». Claudiano se asoma a la puerta de salida. Sin hacer ruido. A su manera.