El Dépor ya es algo más que fortaleza defensiva y orden. Ha llegado a la recta final de la competición en el mejor momento y con la impresión de que es capaz de amoldarse a cualquier situación. Frente al Recreativo no le pesaron ni las ausencias de jugadores antes determinantes ni la presunta falta de rodaje de los refuerzos invernales. Asistió a su jornada más tranquila de la temporada en Riazor. Con un once inédito, con menos jugadores de corte defensivo que nunca y con un centro de campo experimental demostró que no es necesario atrincherarse para no conceder ni una sola ocasión al conjunto más goleador de Segunda, y, de paso, para recordar que Fernando Vázquez ya ha comenzado a rentabilizar los refuerzos. Después del tiempo mínimo necesario para encajar las piezas, el empecinamiento de Fernando Vázquez en Sissoko -claridad en el pase y probablemente el jugador con más desborde de Segunda- ha recibido el inesperado premio del romance entre Riazor y el costamarfileño y para encontrarse con Rabello, un chico para todo que ayer se movió con igual soltura para ofrecerse en la banda izquierda, en la mediapunta o en el mediocentro cuando era necesario. Fernando Vázquez tiene más y mejores que piezas en diciembre y las está aprovechando. El Dépor ya no es el equipo monocorde y machacón, efectivo aunque previsible, de Culio. Sabe competir como entonces y mantiene la seguridad defensiva, pero ahora tiene más fútbol (Rabello y Sissoko) y más pegada (Toché e Ifrán). Argumentos para el ascenso. Está a un pasito.