Terminó el Mundial de fútbol y empiezan las vacaciones, también con fútbol, pero casero. El otro lo programa a su antojo la FIFA olvidando, entre otros problemas que deberán ir subsanando, los planteados por países de otros continentes. Basta con citar el último ejemplo: el Comité de la FIFA, responsable de la programación de los partidos, rectificó el horario anunciado hace un año para la final de anoche que estaba previsto para las 22 horas y se adelantó a una hora antes para complacer a los aficionados de este lado del Atlántico. Sería Moscú, que organizará el Mundial-18, quien ejerció toda la presión para el cambio.
Mejorar el desarrollo de las competiciones siempre es obligación de quien las organiza. El gran misterio del resultado no se aclara hasta que termina la competición y los árbitros señalan el final. Esto es lo que dicen los marcadores, lo que vale, y no lo que desea el partidario de cada bando.
Por estos lares ya sobran motivos que acaparan la atención de los aficionados y aumentan las preocupaciones de los directivos de los clubes. El Deportivo, creo entender, está atento además de algún fichaje, a acabar de concretar su pretemporada, sin llevar a los jugadores concentrados. Antes se valoraban las plazas de Carballo, Vilalba, Arteixo y Guitiriz. Últimamente, el Deportivo llegó a recluirse en Huelva, Valencia e incluso en Venezuela. No tengo claro qué harán esta vez porque la atención al Mundial fue diaria. Ahora empiezan las vacaciones.