La palabra ansia resulta muy familiar en el lenguaje del fútbol, siempre demandando algo mentalmente. Por ejemplo, que tu equipo acierte defender su portería en momentos en los que parece inevitable salir con vida de un crítico momento al que está siendo sometido, dando la impresión de que se paró el segundero del reloj. Es lo que en este deporte conocemos por ansia, pues hay otras que influyen más aún y podríamos patentar como enfermedad del seguidor.
Estamos hablando del arranque de un campeonato como es la Liga española, que los aficionados esperan con expectación y un interés muy especial. Sobre todo en el caso que nos ocupa, con historia que se remonta al año 1983, cuando el Deportivo recibió lo que entonces se calificó como un tiro entre ceja y ceja, porque la derrota frente a los de Vallecas dejó profunda huella en el ambiente futbolístico coruñés. Tanto, que ahora mismo en el entorno de Riazor nadie espera este partido del próximo domingo sin fuertes deseos de una victoria coruñesa sobre el Rayo, que vendría a ser una especie de desquite.