Volvió a carecer de fútbol y a encajar una derrota justa frente a un Getafe mejor
01 nov 2014 . Actualizado a las 12:20 h.La semana pasada, Wilk, en un gesto de humildad y sinceridad, manifestaba que como no tenía calidad, debía correr el doble, asumiendo que eran otros compañeros los que debían tomar la responsabilidad de dar criterio al juego. Sin embargo, esa asunción de sus limitaciones parece que no la tienen el resto de blanquiazules, que ayer dejaron al polaco el marrón de la distribución. Un equipo que tiene sobre el césped a Juan Domínguez y Medunjanin no puede regalar el medio del campo de esta manera. Y el Dépor cometió ese error. Así que Wilk, además de correr el doble, que lo hizo, tuvo que doblegarse también en tareas de construcción. El resultado, el lógico: imprecisiones continuas y mala circulación del balón. Sin, evidentemente, ser el culpable del mal primer tiempo, Víctor sacrificó en el descanso al centroeuropeo, que tenía una amarilla, para dar más profundidad al equipo con la entrada de Postiga.
Banda derecha
El Dépor regaló un carril durante 45 minutos
En la primera parte y algunos minutos de la segunda el Deportivo jugó sin una banda, la derecha. Juanfran estuvo torpe y a Cuenca no es que le sobrara el último regate, sino que le faltó el primero. Así, todo el peligro se generó por la zurda, en la que Luisinho, Cavaleiro cuando se caía desde la punta y Fariña hilaron las pocas acciones decentes generadas por los locales. El argentino, además, jugó tocado casi todo el período, desde que intentó rematar de espuela un saque de esquina. Es uno de los futbolistas más desequilibrantes que tiene el Deportivo, pero tiene que entrar más en acción y tratar de cometer muchos menos errores. Víctor lo quiso cambiar minutos después, pero él le hizo gestos de que estaba bien. Duró hasta el descanso.
La clave
El gol a los pocos segundos de la reanudación anuló el efecto de los cambios
Tras la pésima primera parte, el técnico echó el resto en el descanso dejando en la caseta a Wilk y Fariña y dando entrada a Canella y Postiga. Sin embargo, el gol del Getafe a los pocos minutos de que comenzara el segundo tiempo, anuló el efecto que se pretendía con los cambios. Con el 2-0 y Cuenca penoso, metió a Toché para dibujar ya un claro 4-4-2.
Falta de ideas
El equipo abusó de retrasar el balón hacia Fabricio para que mandara en largo
Si Wilk no puede ser el encargado de subir el balón, la solución tampoco es retrasar el balón a Fabricio para que el portero le pegue fuerte arriba. Tampoco Sidnei ni Insua, máxime cuando si algo tiene la defensa del Getafe es que va bien por arriba. Así que la pelea de los delanteros resultó la mayor parte de las veces un desgaste inútil.
Cavaleiro contra todos
El luso no paró de buscar peligro durante los noventa minutos del partido
En ocasiones con más criterio, en otras más torpe, pero si algo no se le puede discutir a Iván Cavaleiro es entrega y verticalidad. Actuó de punta referente, se cayó a la izquierda, luego a la derecha, y en todas las posiciones buscó el desmarque, el regate, las paredes, los centros. Un ejemplo.
Arreón final
Tras el gol de Helder Postiga, el Dépor echó el resto y buscó la épica
El tanto de Postiga a diez del final generó unos minutos de acoso por parte de los blanquiazules. Pero fue más un efecto de la presión ambiental que de las ideas y empuje mostrado por los jugadores. Ya en el tiempo añadido, Fabricio subió en dos ocasiones buscando la épica e igualar un partido que el Getafe pudo matar a la contra.