El Deportivo, como sociedad futbolística, intentará superar ese largo período de oscurantismo que comentábamos ayer,. De momento, se abren ventanas facilitando la entrada de aire limpio, en un intento por recuperar el prestigio perdido en la era Lendoiro. Recuperar esos valores perdidos a lo largo del tiempo son objetivos a conseguir, reconociendo de antemano las dificultades que plantean para lograrlo. Es una misión que no permite mirar para otro lado, porque obliga a atender la realidad del momento.
En el fútbol, la atención del seguidor está siempre centrada en los marcadores de los partidos que juega su equipo, sin más. La otra parte que atañe al gobierno de la institución solo moviliza a esos seguidores cuando surgen situaciones límites como sucedió ahora y que esperamos no se repitan.
La preocupación del deportivismo empieza y termina según los resultados de los partidos, sin detenerse en un análisis que separa el partido que se debe ganar de ese otro como imposible. En este último caso habría que colocar al Atlético-Deportivo del domingo en el Calderón, sin que tampoco resulte imposible una sorpresa. Ahora se presenta como un partido muy difícil, por mucho empeño que ponga Víctor Fernández en que el equipo afine la puntería para marcar goles. ¡Con lo bonito que sería regresar de Madrid con 0-0!