Amedida que agoniza el día, nace esa noche tan esperada para los aficionados gallegos que respiran optimismo en la ciudad herculina hasta la hora en que los futbolistas, tras su precalentamiento, se retiren a sus vestuarios de donde ya saldrán -esto no lo duden- dispuestos a vaciarse en su intento por alcanzar un resultado favorable. Ambos confían en ganar pero ¿cuál será y para quién el final feliz? He ahí la pregunta del millón, puesto que si los deportivistas esperan ganar no renuncian tampoco los celtistas que llegan confiados en poder regresar a Balaídos con al menos un punto. Sobre lo que unos y otros esperan conseguir, hasta lo que después alcanzan, suele haber diferencias.
Estos días los futbolistas hablaron mucho y con optimismo sobre el partido de esta noche en Riazor. Helenio Herrera, tan amigo y ameno en sus declaraciones previas a los encuentros, no era partidario de dejar a sus muchachos que opinaran sobre lo que podía suceder y menos en tono triunfalista pues esto lo reservaba para él: «Querer asustar al adversario resulta contraproducente porque se le despierta, y revuelve contra nosotros intentando plantarnos cara sin desmayo. Mejor dejarlo para sorprenderlo y sin tiempo a la recuperación». Eso decía el mago H. H. y lo reflejamos aquí dejando a juicio de los seguidores de uno y otro equipo ese razonamiento (?) que los dos equipos quieren ganar, pero solo uno juega en su casa.