El partido de Almería ofreció un primer tiempo perdido. Los equipos fueron parejos en sus intentos por superar al adversario. El 0-0 inicial no se alteró porque todos fueron balones bombeados sobre el área, sin una jugada individual que desbordara a los defensas. Solo así, una y otra vez, puede entenderse que no se moviera el marcador. Pudo conseguirlo el Deportivo, después de capear con seguridad los primeros 20 minutos de juego, único período en que llego a ser inquietado por el rival. Llegado aquí, el equipo andaluz tuvo más agobios para salir, si no del temporal, cuando menos de los ataques coruñeses que se iniciaban con peligro aparente, pero no pasaban de ahí: de falsas esperanzas de conseguir el 0-1 que venía a ser el tanteo por el que los de Víctor Fernández peleaban inútilmente.
Y sonó el silbato arbitral indicando el fin de la primera parte, sin novedades en el terreno. También el segundo tiempo resultó malo, hasta el punto de que apenas tomamos anotaciones dignas de ser comentadas. Lo más destacado fue que el Almería quedó con un hombre menos a partir del minuto 65, pero esto no tuvo influencia en el comportamiento de los equipos hasta el punto de que resultaba difícil saber cual de los dos jugaba con un hombre más. Si el Deportivo había llevado la iniciativa en el primer tiempo, sin que fuese capaz de reflejarlo en el marcador, otro tanto sucedió en la segunda parte. Los débiles amagos del Almería justifican que haya ganado un solo partido en su campo en el campeonato; además defendieron el 0-0, dando la impresión de creer que les puede servir de algo en el futuro porque en un empate final el golaveraje les es favorable. Pero visto lo visto ayer, es más que difícil que eso suceda.
Total, dos equipos enfrentados con la necesidad de ganar y no lo consiguió ninguno, aunque al Almería al final del encuentro se le notó satisfecho por no haber perdido.