El partido de muchas vidas

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

El Dépor pone en juego buena parte de su futuro, con un plantel consciente de la importancia del duelo

23 may 2015 . Actualizado a las 16:21 h.

Hay detalles que permiten anticipar al protagonista de un partido. Geoff Hurst, el único hombre en hacer tres tantos en la final de un Mundial, asegura que percibió el éxito la noche antes, cuando paseaba con Bobby Moore y Alf Ramsey de vuelta al hotel. Capitán, seleccionador y goleador caminando en silencio, después de ver junto al resto del plantel una película en el cine (Aquellos chalados en sus locos cacharros). Ayer, una vez que Víctor ordenó desalojar el verde de forma escalonada, solo un futbolista aguantó sobre el césped de Riazor, a cancha vacía. Estirando sin ruido unos músculos a los que su equipo fiará esta tarde buena parte de las esperanzas de permanecer en la élite. Fabricio se apunta a eso del partido de su vida, como la gran mayoría de sus compañeros. El Dépor ha llevado demasiadas veces seguidas el cántaro a la fuente y en cada ocasión ha costado más traerlo de vuelta. No hay candidato al descenso sin cuitas particulares que le reclamen la salvación. En Ipurúa hay un David que sueña con hacer historia en su debut entre Goliats; en Los Cármenes, un presidente al que le va en la categoría un buen pico de su negocio de compra venta de deportistas. En el Nou Camp habrá un club buscando futuro frente a un grupo que está de fiesta y con la cabeza en otra parte.

Pero si algo han aprendido los coruñeses a fuerza de golpes es que en el día tonto de cualquier conjunto despistado puede asomar un Aduriz. Por eso serán fundamentales las paradas de Fabricio, por mucho que Messi no tenga la Bota de Oro a tiro y Luis Enrique haya anunciado un once jalonado de meritorios. Diecisiete o dieciocho equipos del torneo firmarían contar entre sus titulares con el banquillo del campeón.

Y por delante del meta canario, los ensayos huelen a trivote, con Juan Domínguez más cerca del puesto de costumbre que de penar en un rincón. Con Roberto Canella de vuelta al lateral izquierdo que abandonó hace 21 jornadas para alternar grada y banquillo. No ha ido sobrado de oportunidades el de Pola de Laviana, al que su míster dio un empujón en la previa: «Es un fantástico profesional que no estaba teniendo la suerte de entrar en convocatorias, pero le veías entrenando y te daba tremenda rabia no convocarle. Ahora le ha llegado la oportunidad y tenemos la garantía de que va a hacer un partido muy bueno».

Su concurso se da por seguro en un lateral castigado por la sanción de Luisinho y la lesión de Manuel Pablo, a los que ayer se sumó Juanfran en la nómina de bajas. El madrileño empezó el calentamiento con el grupo e incluso se probó con fuego real, en un ejercicio a la medida ordenado por Víctor Sánchez, pero la mano rota escuece y el técnico los quiere a todos «al cien por cien». Así que mediada la sesión mandó a varios futbolistas al vestuario y se quedó con los 19 que finalmente componen la convocatoria. Cuenca, Fariña y Borja López, bajas por decisión técnica, se sumaron a castigados y tocados en la retirada.

Los elegidos pulieron la estrategia, recurso a explotar frente a un rival que no brilla en esa suerte, y prolongaron los ensayos durante más de dos horas. Agotado el tiempo de las instrucciones, enfilaron la caseta. Todos menos Fabricio. Mientras sus compañeros se duchaban, el de Vecindario daba comienzo al ritual que hoy cerrará pisando el Camp Nou con la izquierda y dando tres saltitos. En un Riazor mudo, estiraba para el gran día.

El precedente Pauleta

El Compos le había metido un set al Deportivo en Riazor (2-6) y amenazaba con salir de puestos de promoción de descenso en el último partido de la temporada. Se medía en San Lázaro a un rival directo como el Oviedo y tenía muchas opciones de alcanzar con otra victoria las plazas de salvación que ocupaban el Tenerife y la Unión, ambos a un solo punto de distancia.

La jornada decisiva enfrentaba a los chicharreros con un Valencia que buscaba el último puesto disponible para disputar la UEFA (lo conseguirían pese a caer 3-2 en el Heliodoro) y llevaba a los charros a jugarse las habichuelas en el Camp Nou.

Allí hacía algunas semanas que el Barça de Van Gaal era campeón de Liga, en el año del debut del mismo Xavi que hoy dirá adiós al campo culé tras 17 temporadas pisándolo como local. Los salmantinos necesitaban aprovechar la relajación de un grupo sin varias de sus estrellas (ni Rivaldo ni Luis Enrique saltaron al campo). Anderson era la principal amenaza en el anfitrión, que también alistó a muchas otras de sus figuras, como Couto, Sergi, Amor o Figo.

En el minuto 55, el duelo estaba decidido con una victoria parcial de 0-3 para los de Chechu Rojo (en plena temporada había sustituido a Goikoetxea como míster blanquinegro). El segundo y tercer tanto de la Unión los hizo Pauleta, que ese verano ficharía por el Deportivo. El encuentro acabó en 1-4, sonora pitada a Van Gaal (no continuaría la siguiente temporada) y esa fiesta visitante que hoy anhela A Coruña.