De momento, no pasa nada. El equipo va bien clasificado. Sigue compitiendo. Casi nadie le doblega, ni le impone el juego. Hay buena plantilla y Víctor les ha aleccionado bien. Pero en los últimos tiempos su fútbol ha involucionado. En Levante vimos otra vez un Dépor timorato. Con un respeto excesivo al colista. Y no ya por apostar por un encuentro defensivo, cosa que en sí misma no dice nada malo; sino por la nula intención ofensiva. Todo quedó a expensas de un pase largo a Lucas. El Dépor careció de la autoridad que mostró en Vallecas y en Sevilla. Incluso de la que exhibió en la primera mitad en Mestalla. Víctor ha preparado mejores partidos. Pero lo de ayer, unido a Málaga y a la primera parte de los encuentros ante Athletic y Atlético, evidencia una regresión. El Dépor había dado con la tecla y está en riesgo de perderla. Hay que reaccionar porque el calendario se inclinará.