El catalán endereza su temporada marcando el primer gol de un suplente del Dépor para sumar un punto clave
18 abr 2016 . Actualizado a las 12:33 h.La carrera de Luis Alberto acabó en gol, aunque subió al marcador en diferido; después de media hora y con el andaluz ya sentado en el banquillo. El 21 esprintó a la caza del saque de banda y a las tres zancadas frenó en seco, echándose la mano a la parte alta del muslo y dejando que el cuero se perdiera por la línea de fondo. El pinchazo le permitió aguantar el tiempo justo para que entrara en calor el bombero. El encargado de apagar el último fuego en el que se había visto atrapado el Dépor, víctima de un experimento fallido del que había sacado petróleo el plan c del adversario. Víctor se había corregido en el descanso, pero los suyos no encontraban manera de romper la última línea del grupo de Emery, infranqueable en el Pizjuán. Lucas percutía sin escudero hasta que su socio habitual, el otro pishita, pidió un respiro. Se lo dio Riera, quien a cambio tuvo la ocasión de hacer lo que mejor se le da: marcarle al Sevilla. El mismo rival frente al que estrenó (con doblete) su cuenta en blanquiazul, hace ya un año, y al que también supo batir cuando vestía de rojillo.
En las otras dos ocasiones sus tantos solo habían facilitado una derrota digna. Ayer, dieron el punto que deja resuelta la permanencia. El de los nueve de ventaja con solo quince en disputa. «El punto es bueno», aseguraba el delantero al concluir un encuentro que le daba tanta vidilla a él como al equipo. Al conjunto, porque una derrota con el Barça en el horizonte habría acentuado la pendiente del último tramo del campeonato; Al individuo, porque no está siendo este el curso soñado por Oriol.
Llegó en un invierno especialmente duro para buscar los goles que no encontraban Postiga y Toché y renovó su compromiso el pasado verano con la idea de convertirse en punta del nuevo proyecto del Deportivo. Su ilusión chocó sin embargo con los planes del míster y la explosión de Lucas (en el Pizjuán dio su novena asistencia esta temporada).
El técnico apostó por las contras, los extremos a pierna cambiada y los delanteros veloces de largo recorrido; y ahí, falto de centros al área y sobrado de metros hasta el marco rival, se pierde el ariete catalán. La capacidad de sacrificio y el juego de espaldas a portería solo le han dado crédito para cinco partidos de titular. Ha sido, eso sí, el suplente más empleado. En doce ocasiones. Miembro habitual del único banquillo sin gol de Primera hasta que ayer Riera saltó al campo vestido de bombero.