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El Deportivo salda con un nuevo empate un encuentro gris que al menos acerca un poco más la permanencia
24 abr 2016 . Actualizado a las 11:18 h.El 0-8 no fue suficiente castigo. Al aficionado blanquiazul le faltaba todavía un nuevo empate deprimente para completar la penitencia hacia la salvación. Lo padeció en Ipurúa, un campo tan incómodo como esta segunda vuelta que ha firmado un Dépor en el que resulta imposible reconocer al que completó la primera.
El esperpento del miércoles frente al Barça se tradujo en un cambio táctico: Víctor deshizo el trivote y Borges y Mosquera se repartieron la medular. Bergantiños se fue al banquillo junto a Cani para que sobre el césped se alistaran lo más parecido a un par de extremos. No se notó la merma numérica porque tras el saque inicial el balón apenas transitó por esa zona a ras de suelo. Para batirse por alto no era necesario el de La Sagrada, pero sí escasearon piernas en la pelea por las segundas jugadas, que casi siempre favorecieron a los de casa. Si por casualidad el balón sorteaba cabezas y se iba largo, el turno era de Fede, el hombre más exigido en la noche de Ipurúa.
Cartabia se reivindica
Esforzado goleador. El argentino hizo mucho más que el gol del empate. Se ofreció constantemente y apuró varias veces la pequeña cancha armera. En demasiadas ocasiones, persiguiendo la pelota en desventaja, víctima por doble motivo de la lluvia: el balón salía disparado tras el bote y siempre había un resbalón a la vuelta de la esquina. Pese a ello, Fede perseveró y al cuarto disparo (fue el que más chutó del duelo) tuvo premio.
Juanfran a pie cambiado
Baja a última hora de Navarro. El trabajo del 17 lo complicó la exigencia defensiva y la falta de un lateral en el que apoyarse en ataque. Víctor optó por Laure, que apenas llegó a zona de centro, aunque sí lo hizo (una vez) a la de disparo. En la banda opuesta, el asunto no mejoraba. Navarro cayó a última hora y Juanfran ejerció de lateral a pie cambiado por segunda vez en su carrera blanquiazul. Todas, en la misma semana. Allí le pasó lo mismo que ante el Barça: se le fue una vida entre cada recepción y posterior envío. Disimuló el defecto jugando en corto y centrándose en defender a Keko. Fue el visitante que más entró en juego.
Mezcla ofensiva
Demasiado césped para Oriol. Fayçal acompañó a Juanfran en la izquierda y entre los dos inutilizaron ese costado para misiones ofensivas. Alérgicos a la cal, sus centros desde la frontal cayeron a kilómetros de Riesgo, con ventaja para la zaga del Eibar. Huérfano de asistentes, Riera volvió a quedar aislado de la zona de remate, abocado a autopases imposibles para un ariete de sus hechuras. Lucas, construido para sacar partido de cada indecisión rival en cualquier zona del campo no tuvo ayer su día. El físico del coruñés empieza a pagar tantos días de penitencia colectiva.