Haría muy bien el Dépor en tomarse el próximo partido ante el Getafe como una final y solventar de una vez matemáticamente la salvación. Y ello aunque el punto de Éibar debería ser suficiente para asegurar la permanencia. Sin duda, eso es lo primero. Pero nada más producirse, a Tino Fernández le vendrá encima una patata caliente: seguir con Víctor, con quien se acordó un año más; o resolver el contrato y comenzar un nuevo proyecto.
A principios de año este asunto era implanteable, porque el Dépor durante casi toda la primera vuelta fue el equipo revelación de la Liga. Pero las cosas han cambiado de una forma casi inexplicable. Hasta el punto de que ahora mismo la situación interna a nivel deportivo se encuentra bastante deteriorada. Es probable que desde dentro de la entidad se niegue la mayor y que se intente transmitir tranquilidad y normalidad. Pero si eso sucede, no será la verdad lo que se transmita. Las derrotas tienen una impresionante capacidad de pudrir los vestuarios y de cambiar la corriente de opinión sobre un técnico de forma radical. En cualquier caso, a tenor de lo que está ocurriendo en el seno de la plantilla blanquiazul, Víctor ha fallado en la gestión del éxito. Durante la primera parte del campeonato le faltó la habilidad suficiente para hacerse con aliados para cuando llegaran las vacas flacas. Y estas llegaron.
El problema fundamental es saber si el feeling que se ha perdido entre técnico, jugadores y dirigentes, tiene arreglo. ¿Es posible recuperar aquello que llevó al equipo a plazas europeas? ¿Se puede invertir la tendencia de cara a la temporada venidera? Estas son las preguntas clave que debe hacerse el presidente del club. Y no es fácil responderlas.
Obviamente, la plantilla se remodelará en un número importante de jugadores y esto llevará a un cambio en los equilibrios de poder dentro del grupo. Quizá la marcha de determinados futbolistas podría cambiar la actual dinámica. Quizá. Pero el frente del vestuario no es el único que tiene abierto Víctor, quien ahora padece de cierta soledad.
No le será fácil a Tino Fernández resolver el asunto en uno u otro sentido. Pero él sabe mejor que nadie que las cosas no pueden continuar como hasta ahora. No es el Dépor un club que pueda permitirse la falta de unidad.