Alo largo de toda la semana, una de las palabras que más se ha mencionado en el entorno del Dépor es respeto. Que si respeto al entrenador, que si respeto a los futbolistas, que si respeto a los directivos. Respeto.
Cada cual encauza la palabra hacia sus intereses. Hay quien cree que contar un incidente-agresión entre futbolistas en un entrenamiento es una falta de respeto. No tanto que los futbolistas se peguen, sino que alguien lo cuente, porque para eso se inventaron las lonas, para que nadie lo vea y haya respeto.
Otros piensan que revelar que el entrenador está cuestionado es otra falta de respeto. No que los jugadores o directivos le cuestionen, sino que aparezca algún irreverente que lo airee.
Pero apenas se ha hablado esta semana sobre el respeto que se ha tenido a lo largo de esta segunda vuelta al propio Deportivo. Y a su afición. ¿No es una falta de respeto a los aficionados y al Dépor contar milonga tras milonga después de una victoria en 19 partidos? A tal situación no se llega porque sí y está claro que algo habrá pasado o estará sucediendo para semejante hundimiento. ¿Contarlo es también una falta de respeto? Obviamente, semejante desmoronamiento no necesita ser descubierto. Se ha ido viendo jornada a jornada, pero para algunos denominar hundimiento a la secuencia de 19 partidos y una victoria es una enorme falta de respeto.
Y hasta aquí hemos llegado, recibiendo al Getafe, sabiendo que una victoria zanja la temporada y que una derrota puede devolvernos a un escenario dramático. Por ello, Víctor Sánchez del Amo, sus once futbolistas y aquellos que acaben saltando al césped de Riazor, tienen la obligación de honrar a la afición. Hay que dejarse ya de lecciones morales y palabrería fácil y cumplir con las obligaciones. Y la mayor obligación de todas es no faltar al respeto al Deportivo, cosa que algunos están haciendo.
¡Permanencia, ya!