En redes sociales pudo verse a Víctor Sánchez del Amo retuitear los apoyos que recibe de un sector de la afición al que no le ha agradado la confirmación de su inevitable destitución. Una acción que demuestra, una vez más, un comportamiento pueril ante situaciones serias, complicadas, y dolorosas, pero habituales en el mundo del fútbol. Pueril fue también su rueda de prensa antes del partido frente al Madrid para repartir estopa a Luisinho, Lopo, dirección deportiva y consejo de administración.
Y mucho me temo, que dejará A Coruña rumiando lo que para él es una gran injusticia urdida por una conspiración maliciosa que buscaba su destitución a pesar de lo bien que lo había hecho. Porque Víctor ha estado viviendo en otro planeta, ajeno a la realidad cual marciano en una partida de tute. Sánchez del Amo ha desaprovechado una espectacular ocasión de crecer en los banquillos. Suerte tiene que su imagen en Madrid no se habrá deteriorado demasiado como sucede con muchos ex de la casa blanca. Y menos aún entre aquellos que no tengan la más mínima información de cuanto sucedió aquí. VSDA lo tuvo todo a su favor: un buen equipo, apoyo mediático, respaldo del club, especialmente del presidente, cariño de la grada y respeto de los futbolistas. Se va con un equipo destruido, criticado en la mayoría de los medios, sin respaldo en la plaza de Pontevedra, con división entre los aficionados y con heridas incurables con demasiados jugadores.
Él, solo él, lo ha estropeado todo. Porque él y solo él ha protagonizado una película en la que Víctor se ha merendado a Víctor. Y solo podrá crecer en la medida que se de cuenta de sus errores. Pero esto ya ha dejado de ser un problema del Dépor.