


















Diecisiete años después de la firma del convenio de cesión de la instalación nunca ha entrado en vigor el plan que debería de velar por el estado y la reparación de las instalaciones
07 feb 2017 . Actualizado a las 09:16 h.El primer temporal serio del invierno ha dejado al descubierto que los problemas estructurales del estadio de Riazor van bastante más allá de las ocasionales e incómodas goteras que han acompañado sus últimos años de su existencia. Los cientos de trozos de PVC de la cubierta que volaron la madrugada del viernes anunciaron la suspensión del Deportivo-Betis y desvelaron una realidad aún más cruda: el estadio de Riazor, una instalación en la que al menos una vez cada quince días se reúnen alrededor de 25.000 personas, no cuenta con un plan de mantenimiento que periódicamente revise sus vetustas estructuras.
A punto de cumplirse los 17 años de vigencia del convenio que rige la cesión al Real Club Deportivo -se firmó 7 de agosto del 2000-, ni el gobierno socialista que presidió sus primeros años de vigencia ni los que le han ido sucediendo -el bipartito formado por socialistas y nacionalistas, el popular y el actual de la Marea- han incluido entre sus preocupaciones la creación de un plan de mantenimiento de Riazor, pese a que el convenio firmado en el año 2000, con vigencia hasta el 2025, recogía la obligatoriedad de crear una comisión de seguimiento formada por representantes de ambas partes. Recoge el convenio que entre sus objetivos figura «coordinar las actuaciones en materia de mantenimiento, reparación y reforma, en su caso, de las instalaciones».
La respuesta municipal a la obligatoriedad -como recoge el convenio- de hacerse cargo del «mantenimiento de las estructuras metálicas y de las cubiertas de los diferentes graderíos del estadio» ha sido atender al parcheo de la cubierta cada vez que el viento ha causado destrozos.
Parcheo en los próximos días
«Nós publicaremos proximamente na web do Concello o perfil do contratante para asegurar as inspeccións periódicas e o mantemento, porque unha das cousas que nos atopamos nada máis chegar foi a ausencia total dos contratos de mantemento», afirmaba ayer el concejal de Deportes, Xosé Manuel Sande, en un explícito reconocimiento de que año y medio después del desembarco de la Marea en el Ayuntamiento coruñés, no existe el necesario plan de mantenimiento preventivo. Así que en los próximos días -ayer no fue posible- se acometerá un nuevo parcheo, primero, según Sande, en la grada de Maratón y posteriormente, probablemente ya a comienzos de la próxima semana, la de Pabellón. Así que, si el tiempo no lo impide, Riazor estará listo para recibir el sábado 18 (18.30 horas) al Alavés.
¿Y a partir de ahí? Xosé Manuel Sande ha prometido en varias ocasiones en los últimos días que el Ayuntamiento creará el necesario plan de mantenimiento, la revisión que tratará de impedir que el fútbol en A Coruña siga estando al albur de la meteorología. Un proyecto que demanda más voluntad política que inversión y que no solucionará los problemas estructurales de una cubierta que no se ha tocado, en un caso -Preferencia y Tribuna- desde su inauguración en 1982 y en otro -Maratón y Pabellón- desde 1996, y que presenta un deterioro evidentes.
Un nuevo proyecto
El gobierno del Partido Popular realizó todos los trámites necesarios para reparar la estructura de la cubierta y adjudicó las obras a Dragados, que en junio del 2015, ya con la Marea en María Pita, aceptó el replanteo. Con posterioridad, la empresa constructora alegó que no podía ejecutar la obra con el presupuesto previsto -2,59 millones de euros-; finalmente, pese a que, según el Partido Popular, existen varios informes que avalan el proyecto, el ayuntamiento decidió rescindir un contrato que preveía la finalización de las obras en junio del 2017.
A día de hoy, no se contempla otra solución que no pase por la promesa de crear el plan de mantenimiento que Riazor demanda desde hace 17 años y la intención de redactar, licitar y llevar a concurso un nuevo proyecto que renueve las vetustas estructuras, con el horizonte del 2020 en el mejor de los casos. Y confiar en que ni el tiempo ni el óxido destrocen la garantía de seguridad que se promete desde María Pita.