La caída de la cubierta del Estadio de Riazor ha sido el enésimo ejemplo de que la parálisis -o al menos la lentitud- en la gestión municipal, acaba provocando gravísimas consecuencias para la ciudad. Es evidente que la cubierta cae por el temporal que azotó Galicia y media España y que en otras ciudades ha habido situaciones parecidas -por ejemplo en Vigo-, pero lo cierto es que a estas alturas Riazor no tendría por qué conservar esa cubierta en mal estado y podría haberse evitado la situación.
La reforma de la cubierta estaba encima de la mesa cuando el actual gobierno de la Marea llegó a Maria Pita. Las discrepancias con la empresa que había de llevarla a cabo fueron un problema que, en vez de abordarse y resolverse, se convirtió en un bucle sin fin de declaraciones, informes, contrainformes y.. parálisis. El gobierno desechó el estudio de la UDC que validaba la reforma y fue dilatando en el tiempo cualquier decisión. A las peticiones de celeridad por parte del club, el alcalde Xulio Ferreiro siempre contestó lo mismo: que es muy deportivista y que el contrato se licitaba de inmediato. Ni siquiera después del incidente del mes de abril del pasado año se aceleró el asunto. Y aquí estamos ahora.
En los últimos días, con el temporal de viento de fondo, hemos asistido a un festival de declaraciones del propio gobierno municipal que pasó de lo que parecía un atisbo de autocrítica el primer día a culpar a los demás de su propia inoperancia. Riazor no es el único ejemplo: la ORA, el contrato de jardines, el de limpieza, las Becas USA fueron -y son- retratos de la pésima gestión de Ferreiro y sus concejales y concejalas. En realidad a la cubierta de Riazor no se la llevó sólo el viento sino que voló empujada también por la ineficacia de quienes no parecen darse cuenta que gobernar la ciudad es algo más que discursos y tuits más o menos ingeniosos.
Mar Barcón es concejala del PSdeG-PSOE en el Concello da Coruña