Tras su experiencia en el Fabril, el técnico del juvenil se centra en su equipo con el objetivo de hacerlo campeón
10 nov 2017 . Actualizado a las 12:21 h.Era martes. Por la tarde. Cristóbal Parralo ya había aceptado subir al primer equipo y faltaba situar a alguien en el segundo. Albert Gil echó mano, entonces, de lo que más cerca tenía y pidió a Rubén Coméndez un esfuerzo: compaginar su labor en el juvenil con el filial. Un cargo interino pero cargado de responsabilidad. El técnico asumió el reto.
Dos semanas después, finalizó su comisión de servicios en el Fabril con un bagaje de tres empates, lo que elevó a diez el número de encuentros consecutivos en los que el filial no pierde. Lo hizo ante la llegada de Gustavo Munúa y en una semana clave para su equipo, el juvenil, que afronta este fin de semana el derbi con el Celta. Vuelta a la realidad de un entrenador con un prometedor futuro, al que el Deportivo no ha querido quemar dándole la responsabilidad de mantener el elevado nivel dejado por Cristóbal.
«Desde el primer día, el club me dejó claro que era un puesto interino, que tenían intención de traer un entrenador. Personalmente, no me daba vértigo. Me sentía con fuerzas y preparado para aceptar el reto. Si han querido protegerme, no hay nada que objetar, pero yo les hice saber que me sentía preparado», explica el técnico vallisoletano.
Una experiencia más en su todavía joven carrera como técnico y en la que ya ha tenido que entrenar a la vez a dos equipos. «Fue un poco locura, porque había que preparar los entrenamientos del Fabril y los del juvenil; estudiar al rival de ambos conjuntos; estar pendiente de todo... Contar con Manuel Pablo, Fran y David me ha facilitado mucho la dura tarea. Pero estoy contento por cómo salió todo. En el Fabril era difícil mantener la racha, y aun así no perdimos. Con los juveniles, lástima del partido en Gijón, que jugamos muy bien, pero perdimos; fue el típico encuentro en el que caes una de diez veces, y tocó allí, contra un rival directo», explica.
El reto del primer puesto
Pero tras estas semanas vertiginosas, Rubén Coméndez se centra totalmente en el juvenil y en una temporada en la que asegura que hay un claro y único objetivo: «Tenemos que ser campeones. Es un objetivo que se ha marcado el club y nosotros mismos. Todos estamos mentalizados y sabemos que podemos hacerlo».
De momento, la escuadra blanquiazul ha cedido algún terreno después de haber empatado tres partidos y perdido dos de los once disputados. Se encuentra cuarto a 5 puntos del Sporting y a 4 del Celta, su rival del próximo domingo a las doce de la mañana en Abegondo.
Unos números que a su entrenador no gustan, pero tampoco amilanan. «Nos encantaría estar más arriba, pero cada entrenamiento veo a los chavales más metidos y más convencidos de que esto lo vamos a sacar adelante quedando campeones. Percibo esa hambre y esa ambición necesarias. Además, las sensaciones que me transmitió el partido de Gijón me ha dado más seguridad. Solo necesitamos que la suerte se alíe algo con nosotros».
Esta semana tendrán la primera oportunidad: «Es un partido muy importante, no solo por el sentimiento que nosotros podamos tener, sino por lo que significa para la institución y la afición. Un derbi, siempre es un derbi, sea de la categoría que sea», recuerda Coméndez.
Porque, aunque es consciente de que «la mentalidad de la gente joven va cambiando» y de que «quizá no haya el entusiasmo de antes», está seguro de que «la gente que lleva más tiempo en el club ya se ha empapado de ese espíritu y sabe lo importante que es. Los chicos sienten lo que es un derbi y están dispuestos a darlo todo», sentencia.