La pérdida de influencia de varios futbolistas resultó decisiva en la derrota blanquiazul
20 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.-¿Firmas el empate?
-Lo que buscamos es la victoria, pero después veremos cómo transcurre el partido.
Cristóbal acertó a resumir en la previa lo que sería el duelo de La Rosaleda. El Dépor salió a por todas, mandando claramente en el encuentro, y supo sobreponerse a un golpe que en anteriores choques habría resultado decisivo. Después no le hizo ascos a las tablas, pero acabó por venirse abajo, inexplicablemente. O no.
El peso de las ausencias y los errores individuales lastraron al colectivo hasta provocar una derrota de especial trascendencia: obliga a devolver la vista al pozo y consume de mala manera las citas con adversarios en la misma pelea. El Dépor solo ha ganado tres veces en doce jornadas; siempre, a rivales con la salvación como objetivo. Esa es la condición del Málaga, que además enfrentaba su depresión a la euforia coruñesa procedente de la buena imagen y la primera victoria a domicilio.
En Las Palmas se dieron varios factores similares a los de ayer a mediodía. También brilló Borges -como goleador en las islas, como asistente en Andalucía-, marcó Lucas y destacaron Cartabia y Sidnei. Si los de Míchel tuvieron que sobreponerse a la baja de Recio, los de Ayestarán necesitaron disimular la de Viera, sobrevenida. En un sitio y en otro, se reemplazó pronto a un extremo y un centrocampista.
La diferencia estuvo en la trayectoria y en sus motivos. Los de Cristóbal fueron de menos a más contra los canarios y de más a mucho menos frente al Málaga. Hasta el punto de que en el desenlace, Adrián se bastó para sostener la medular local casi en solitario. Le acompañó Chory hasta que se quedó cojo. Un mediapunta y un extremo imponiendo su peso a tres especialistas como Guilherme, Mosquera y Çolak. El Dépor tuvo el balón hasta el descanso (58%), pero la posesión quedó en tablas a la vuelta del vestuario, cuando el juego se desplazó claramente hacia terreno visitante. Se notó especialmente en el costado derecho, por dos motivos: el Fede uruguayo suplió al argentino en el ataque foráneo y Rolan asumió el puesto del Chory en el del conjunto de Míchel.
Rolan, desequilibrante
El futuro atacante de los coruñeses dio muestras de lo que puede ofrecer cuando cambie una camiseta blanquiazul por otra. Decidió bien casi siempre -fue el futbolista de casa que más acertó en el pase- y sometió a un calvario a Gerard Valentín. El mapa de calor del sustituto de Juanfran no progresa más allá de la medular tras el descanso. Los carrileros han perdido recorrido tras el relevo en el banquillo y eso se nota especialmente cuando quien tienen por delante no desequilibra. Lo hizo Cartabia hasta que se fue a la caseta, pero no lo consiguió Bakkali en la izquierda. Por ese costado apenas pasó nada cerca de ninguna de las porterías.
La ausencia del extremo diestro se notó, porque Valverde sumó la fatiga a su falta de desborde, y también pasaron factura las retiradas de Borges y Sidnei; ambas, respondiendo a problemas físicos (molestias y fatiga).
La defensa adelantada dispuesta por el técnico deportivista se ajusta mucho mejor al central brasileño que a Albentosa, más cómodo dentro del área que cuando tiene que acompañar a Schär varios metros por delante. El suizo mezcló perfectamente hasta el descanso con el futbolista de Alegrete e incluso se turnó con este en las arrancadas. Fue, junto a Borges, el más destacado en los visitantes y además de hacer un gol y rozar otro fue quien más balón tocó en el encuentro y rozó el 90% de acierto al distribuirlo.
Contribuyó decisivamente a un aplastante dominio numérico de los coruñeses (mejores en todos los apartados estadísticos salvo en la cantidad de disparos), que no se tradujo en el marcador por el lastre de los errores individuales, de los cambios obligados, y de las piezas elegidas.